Agatha Reyes | LA PRENSA.- El liderazgo político del país tiene que escuchar el clamor del pueblo por las penurias que vive y actuar en consecuencia. No hay que esperar a que en Venezuela estalle un conflicto generalizado de carácter social.
Lo suelta el politólogo Piero Trepiccione, quien manifiesta que Venezuela pasa por el momento más difícil de la crisis económica en la que el ciudadano no puede comer ni movilizarse, mientras quienes están en el poder insisten en aplicar un modelo económico que, a su juicio, no ha dado resultado en 18 años y los líderes de oposición no frenan su ambición por hacerse del poder. “Si no hay rectificación en las políticas económicas tendremos una masividad de gente buscando en la basura qué comer”.
El también locutor refiere que la crisis en el país, la presión internacional y las diferencias que hay dentro del oficialismo tienen al gobierno en una etapa de vulnerabilidad, evidenciado en las críticas que hace la militancia, lo que refiere puede ocasionar una implosión en la tolda roja disminuyendo aún más el respaldo que capitalizó la llamada “revolución bolivariana” durante el mando de Hugo Chávez.
¿Cuánto más puede aguantar el venezolano la crisis económica?
No mucho tiempo. Si en un par de meses no hay rectificación en las políticas económicas del país vamos a tener gran cantidad de gente buscando qué comer, porque los ingresos no van a alcanzar ni para su subsistencia. Tendremos venezolanos deambulando así aún más de los que ya están en condición de calle, lo veremos como un fenómeno masivo.
¿Por qué en Venezuela no pasa nada, aún cuando es imposible alimentarse?
Todo los días ocurren cosas. Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social, las protestas crecen mes a mes. Y son por gas, alimentos, luz, por el deterioro constante de la calidad de vida. Uno se pregunta ¿por qué no ha ocurrido una explosión social a gran escala?, y es que la gente está ocupada en su supervivencia diaria. Además, hay una militarización del territorio venezolano, en las autopistas y calles; es decir, un incremento notable del control militar de la sociedad.
¿Por qué el gobierno insiste en mantener ese control?
Busca disfrazar la realidad y distraer a la población en medio de las carencias y limitaciones de vivir la cotidianidad. Ojalá el gobierno y la oposición sientan y escuchen el clamor del pueblo que no deja de pasar trabajo en el día a día y actúen en consecuencia. No podemos esperar a que aquí estalle un conflicto generalizado de carácter social. Esta sociedad vive el momento más terrible de la crisis económica, llevar una vida normal se vuelve imposible.
¿Cómo un gobierno que enfrenta la mayor crisis económica, presión internacional y la división de su militancia aún se mantiene en el poder?
Porque son hábiles en el manejo de la política. El gobierno es malo en la gerencia pública, pero en la gerencia política ha sido exitoso. Y eso lo vemos con la división que ha generado en la oposición, sembrando dudas, discordia y desconfianza hacia la dirigencia venezolana. Además, luego de la derrota en la Asamblea Nacional en diciembre de 2015 hicieron una especie de reingeniería política con el lanzamiento del carnet de la patria y el acoplamiento de las misiones sociales al voto, convirtiendo al partido de gobierno en el Estado y llevando a que una sola entidad política maneje las elecciones de forma clientelar y eso rompe la tendencia de opinión pública.
Sin embargo, se habla de una división interna del chavismo. ¿Cómo está hoy el gobierno?
Al gobierno le está pasando lo que dice la Ley del Hierro de la oligarquía de Robert Michels; es decir, que las élites que han ejercido el poder en Venezuela en los últimos años tuvieron años de bonanza petrolera y de pluralismo tutelado. Vivieron bajo los ingresos más extraordinarios del Estado, pero hoy esa bonanza se ha reducido. El Estado venezolano no tiene la capacidad para mantener acoplada en los mismos términos a estas élites de gobierno y es allí cuando inicia la lucha entre ellos para ver quién se queda o sigue controlando el funcionamiento del Estado o quién queda por fuera.
¿Está el gobierno en una etapa de vulnerabilidad?
Sin duda. Hay una lucha interna y hoy vemos más chavismo crítico. Eso pasa porque la teta petrolera, por decirlo coloquialmente, se ha reducido. Cuando era grande todos cabían y podían guindarse de ella, ahora se redujo a un tercio de su tamaño en bonanza y ese tercio no alcanza para todos y por eso está esa lucha de poder. Cada vez menos personas controlan ese poder.
¿Se puede seguir hablando de chavismo, o la reelección del presidente da pie para decir que el madurismo enterró al chavismo?
Más allá del chavismo o madurismo, la intención del gobierno es mantener la marca de revolución bolivariana. Pero en efecto hay una lucha interna fuerte sobre la necesidad de ejecutar cambios en la política económica. Es decir, Maduro y sus colaboradores más cercanos se han mantenido inertes a la necesidad de cambios en el modelo económico. Maduro, que siempre cita a Albert Einstein “las mismas fórmulas siempre producen los mismos resultados”, pues él sigue aplicando los mismos métodos con los mismos resultados económicos.
¿Por qué la dirigencia opositora no ha sabido sacarle provecho a la situación económica para debilitar y acorralar al gobierno?
Hay varios elementos y uno es que lamentablemente no han sabido interpretar el momento cumbre por el cual está pasando el país. Nuestro liderazgo opositor ha tenido muchas debilidades y fallas estructurales. Muchos de nuestros líderes continúan actuando como si en Venezuela no estuviese ocurriendo nada o como si no hubiese pasado nada en los últimos 20 años. Cuando la realidad es que el deterioro en la vida del pueblo es cada vez mayor.
¿Esa desconexión es un tema de egos, torpeza, incapacidad o de comodidad de la dirigencia?
Muchos de nuestros líderes no están pensando en el país, sino en sus propios intereses, en quítate tú para ponerme yo, y no están considerando en su justa dimensión la crisis económica que tiene el país. Y ante esta dificultad el gobierno ha sido muy habilidoso en sembrar cizaña y duda sobre el liderazgo opositor. Y otro factor es que el liderazgo opositor tiene pocos medios sobre el cual expresarse, vivimos en el marco de una hegemonía comunicacional donde el gobierno controla la gran mayoría de los medios de comunicación y sin un espacio de expresar las ideas y críticas se dificulta la conexión con la gente.
¿Dónde cree que está el gran problema de la oposición?
Creo que ha sido quitar la vocería única y poner múltiples vocerías. Hay que recordar que a la oposición le fue muy mal con la coordinadora democrática, porque allí hablaba hasta el gato. Todos querían figurar y eso hizo que llegaran a un desastre donde no hubo otro final que la implosión. En el 2006-2007 el chavismo tuvo su máxima votación histórica y fue justo por esa división interna de la Coordinadora Democrática. Luego de esa experiencia vino la Mesa de la Unidad Democrática con una vocería única, esa fue la mejor elección. En un primer momento era ejercida por Ramón Guillermo Aveledo y luego por Jesús “Chúo” Torrealba y en esos momentos la oposición logró sus mayores éxitos en la historia. Sólo hay que recordar las elecciones parlamentarias del año 2010, allí aunque no ganaron por cantidad de curules sí lo hicieron por voto y esa unidad se vio en el 2015 cuando ganaron por voto popular, además de la mayoría en el parlamento.
¿Está repitiendo hoy la dirigencia los mismos errores de la Coordinadora Democrática?
Si algo está claro es que la oposición necesita unificar liderazgo con urgencia. Hoy estamos en presencia del caldo morado; es decir, que “muchas manos ponen el caldo morado”. En la oposición todos quieren figurar. No estamos en Venezuela, sino en “egolandia”, pues al no interpretarse el momento cumbre del país ocurren estas cosas, el liderazgo apuesta a lo individual, pero resulta que Venezuela está atravesando la peor crisis económica en la que necesita un liderazgo unificado y lamentablemente no se está dando.
¿Puede ser el Frente Amplio Venezuela Libre la oportunidad de la unificación?
Hay señales a través del Frente Amplio Venezuela Libre, uno sabe que se están dando una serie de reuniones y acercamientos entre la dirigencia política y los gremios empresariales. Pero más allá de esos encuentros que son importantes, creo que la necesidad histórica de unidad que estamos viviendo en Venezuela terminará por obligar al liderazgo del país a reunificarse, porque ya no es algo que debe estudiarse, ahora es una necesidad imperiosa.
¿Se podrá materializar esa unidad, aún cuando se habla de cuatro grupos dentro de la oposición?
Ante esa división hay dos escenarios posibles. El primero es que se reunifiquen y comiencen a manejar y hacer una política que sea conciliadora, unificada y por sobre todo estratégica. La segunda es que no se unifiquen y sigan desconectados de la realidad y aparezca un monstruo, una figura desconectada, no conocida del liderazgo del país y canalice las energías del descontento que siguen en aumento. O los líderes de la oposición se ponen de acuerdo y generan un proceso político de transición serio ante la necesidad del país o se presenta la incertidumbre y el caos con la aparición de un salvador que se identifique con los problemas de la gente. Un ejemplo es Bertucci, que en las elecciones del 20-M sacó un millón de votos y ¿quién conocía a Bertucci?
¿Los procesos electorales han significado la debacle del liderazgo opositor?
Más que las elecciones han sido los errores. En el 2015 la oposición logró la votación más alta a través de la tarjeta de la MUD, pero con la estruendosa victoria la dirigencia se creyó que tenía el mandado hecho, que estaba lista para la transición y se quedaron con el pensamiento de que ya el Gobierno de turno iba a salir, que por arte de magia todo se iba a resolver. Ese alboroto más las apetencias personales de poder han causado la caída de la dirigencia opositora. Todos quieren ser presidente para encabezar el proceso de transición. Hubo un error de cálculo político, cuando están más cerca del cambio político pareciera que los egos y apetencias se alborotan. Hoy el liderazgo opositor debe medir bien las consecuencias de sus actos e interpretar el momento político y actuar en consecuencia. Este es un país que está pidiendo unidad, no poder para un partido o líder particular. El país reclama un cambio económico y unidad de la nacional, eso no es tan difícil de entender.
¿Por qué mientras la comunidad internacional se unifica la dirigencia opositora se debilita?
Eso es producto del deseo de poder que hay en la oposición y el no comprender el momento histórico del país, esto puede traer consecuencias irremediables para Venezuela. Esta crisis la puede aprovechar alguien que se conecte con el pueblo y logre materializar el respaldo de ese 70% de venezolanos que no creen en el concepto de guerra económica del que habla Nicolás Maduro.
¿La crisis en la oposición afecta las acciones que lleva la comunidad internacional contra el gobierno?
Por supuesto. Las divisiones internas afectan en gran medida. A nivel de la geopolítica, la Organización de Estados Americanos y países que tienen una ideología contraria al gobierno venezolano van ganando terreno. En la OEA se goza con 19 votos sólidos; es decir, que allí se logró que países relacionados con el gobierno se convirtieran en abstencionistas o voten en contra, como el caso de República Dominicana. Pero todo lo que ocurre a nivel internacional no servirá si no hay una presión interna. Una oposición dividida internamente sólo va a generar retrasos a la hora de buscar soluciones.