lunes, 25 noviembre 2024
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En cuatro comunidades del oeste de Barquisimeto viven con el agua al cuello

Luis F. Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- Era una mañ;ana como cualquier otra, Mair Zavala se disponía a cocinar el almuerzo para su esposo y su hijo de seis añ;os, cuando de pronto una corriente eléctrica la recorrió de pies a cabeza, y todo debido a las constantes inundaciones de las que son víctimas todas las familias que hacen vida en las comunidades Sol del Oeste, Villa Esperanza II, Robert Serra y Zamorano de la Patria. La presencia de siete lagunas en los alrededores de estos sectores ha hecho de ellas un manejo de nervios que llega a su punto máximo cuando el cielo se nubla.

Mair comenta que la situación fue la gota que rebasó el vaso, pues en todo el tiempo que lleva viviendo en la comunidad ha estado presente la zozobra y el miedo de que un hecho como ese se presentara. Y es que ante las dificultades y carencias en las que vive, debe utilizar cocina eléctrica exponiéndose al peligro de recibir una descarga cuando el nivel de las lagunas rebasa su punto máximo y el agua se convierte en un huésped no deseado dentro de su humilde vivienda.

La situación es tan dramática, que en los 14 añ;os que llevan las personas viviendo en esta zona del oeste de Barquisimeto han sido muchos los que han perdido enseres y electrodomésticos.

«Apenas vemos que sale una nube oscura, corremos a encaramar nuestros coroticos porque nos da miedo perder lo que con tanto esfuerzo hemos adquirido«, comenta Zavala.

La mujer destaca que cuando ella y su esposo decidieron construir en ese sector la que sería su vivienda, jamás imaginaron la ola de calamidades que se abalanzaría sobre ellos.

La ubicación del terreno es el principal problema, hace falta cientos de camiones de relleno para poder elevar las casas y quedar lejos del caudal del agua.

La situación es de suma preocupación, pues el 85% de las viviendas que conforman estas comunidades están hechas de materiales como el bahareque y el zinc, los cuales no son del todo resistentes y ponen en peligro a los habitantes.

Basta con ingresar a los ranchos para darse cuenta de la realidad que viven. El olor a humedad que se percibe a metros de distancia mantiene abrumados a los residentes.

Algunos, como la señ;ora Yeglis Suárez, han visto incluso cómo las paredes de su hogar se han ido al piso en medio de las precipitaciones. Agradecen que hasta el momento ninguna persona ha salido lastimada, pero les da pavor el solo pensar que en cualquier segundo la suerte les puede cambiar para mal.

Las lluvias crean lagunas por todas partes, las cuales no sólo sirven de criaderos para zancudos que han incrementado los casos de dengue, sino que además dejan aislados a quienes deben ir hasta la vía principal para tomar un bus. Pero no sólo eso, ya que el terreno es sumamente arcilloso y se convierte en un verdadero pantano por el cual es toda una odisea transitar.

«Para poder llevar mi hija hasta la escuela debemos salir con dos pares de zapatos, uno lo llevamos puesto y el otro va en el bolso. Al llegar a la avenida principal nos toca cambiarnos y dejar los sucios en casa de algún conocido hasta que vengamos de regreso. Esa es la única manera de lucir presentable«, comenta Olennis Olarte, quien agrega que otra solución es salir con su «perolita» de agua y lavarse los pies al pisar pavimento.

Afirman mantenerse con el Jesús en la boca para que no se presente ninguna emergencia que los obligue a salir a medianoche.

«A mi hijo lo cuido demasiado, me da miedo que se pueda partir un hueso corriendo porque cuando esto se llena de barro, es imposible salir«, sostiene. El pantano ha sido una trampa para muchos, y es que más de un individuo ha terminado en el piso en su batalla por intentar llegar a tierra firme.

«Mi esposo hace días se cayó con todo y Biblia, nos dio mucho dolor, pero no nos quedó más que levantarla y limpiarla«, declara por su parte Mair.

En vista de la falta de cloacas, la presencia de pozos sépticos es común. No obstante, con las lluvias y la inestabilidad de la tierra muchos de estos han colapsado, haciendo que las aguas negras se mezclen con las lagunas y terminen infestando los alrededores y el interior de muchas casas.

Los vecinos comentan que hace cuatro añ;os el gobierno regional realizó la canalización de las lagunas para prevenir emergencias; no obstante, el tiempo pasó y dicho trabajo se ha perdido.

Aseguran tener la disposición de poner manos a la obra, pero no cuentan con la maquinaria necesaria para llevar a cabo el trabajo. «Hacerlo con pico y pala es algo muy rudo y nunca acabaríamos«, dice el señ;or Alcides Tamayo, quien es uno de los más afectados, pues justo frente a su casa se crea un enorme pozo que ha generado inundaciones en el interior de su hogar.

«Más de una vez me ha tocado sacar el agua con tobos y es agotador«, comenta.

Agregan que algunos vecinos decidieron construir sus casas por autogestión. Por lo que hicieron sus propios bloques de adobe para edificar las viviendas que serían el hogar de sus familiares. Sin embargo, con la presencia del agua los pequeñ;os huecos que dejaron por medio de la extracción de la tierra, han pasado a ser cráteres en los cuales pudiesen caer niñ;os.

Además, entre las calles ha comenzado a crecer abundante maleza, que si bien intentan mantener bajo control, termina siendo más fuerte y adueñ;ándose de cada vez más metros, por lo que termina siendo una guarida para arañ;as, escorpiones y serpientes, como cascabeles, corales y mapanares.

Regularmente, algunos camiones llevan escombros que ellos mismo se encargan de dispersar en las vías.

 

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