LA PRENSA.- Dos escenarios políticos se ciernen sobre la sociedad venezolana. Por un lado está el camino inmediato, por el que clama un sector desesperado de la sociedad que no teme un derramamiento de sangre en aras de un cambio; por el otro, el electoral que requiere una paciencia que escasea en el ánimo político.
Lo detalla el politólogo Wilfredo Páez, quien asegura que intermediadores de la talla del Vaticano, que tienen una dilatada trayectoria fungiendo como catalizadores de mejoras en todo el mundo, están buscando establecer un mecanismo de transición en paz para Venezuela.
Señala que hay sectores radicales, como el ala cabellista del chavismo y las altas esferas militares que podrían estar jugando a escenarios de conflictividad. Sin embargo, advierte que, en una situación en la que el mecanismo de diálogo esté descartado, el ímpetu popular puede desbordar a la MUD, al Gobierno, e incluso a las propias fuerzas de contención, cuyos intereses también pugnan por el poder.
Páez, quien es profesor universitario, también indica que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) debe ampliar su espectro de participación en la mesa de diálogo, incluyendo a sectores de la sociedad civil que, hasta los momentos, han sido ignorados, pero que son representativos de importantes porciones de la población que pueden descontentarse si un grupo de partido intenta abrogarse el futuro del país.
¿Por qué dice que el país se encuentra en una encrucijada?
-Porque el país está frente a dos caminos. Uno inmediatista y otro de diálogo. Una parte de Venezuela desea una salida inmediata a la crisis. Pareciera que los cuarenta y tantos años de democracia no generaron suficiente conciencia política en la sociedad.
¿A qué se refiere?
-A que en una democracia o en una dictadura el diálogo es el mejor mecanismo para buscar una salida institucional a un problema que afecta a la sociedad.
¿Incluso si es un diálogo “de cúpulas”, que es como lo califican los sectores que no han sido incorporados?
-Así sea forzado. Hay que recordar que el diálogo no es una exigencia del papa, que fue invitado tanto por la MUD como por el Gobierno. Lo que pasa es que la MUD había manejado un escenario inmediatista para una salida que no era real.
¿Y el diálogo es una salida real, si el 11 de noviembre pudieran no verse resultados?
-Es que el 11 de noviembre no se cierran los caminos. Son cuatro puntos que se escogieron para buscar un entendimiento. Uno de ellos puede ser las elecciones el año que viene. La situación de los presos políticos.
Pero son temas que pueden o no resolverse, ¿le parece pertinente el diálogo como mecanismo?
-¿Qué otro camino podría ser sino el diálogo? ¿Irse a Miraflores? Si se hace, la oposición debe preguntarse: ¿Hay capacidad para hacerlo?, ¿se debe hacer, incluso si pueden morir miles, o incluso doscientas, cincuenta, veinte o hasta cinco personas? Son escenarios bien complicados que al final ningún polo político descarta, pero para el que primero hay que agotar por completo la vía de negociación.
Si hay una implosión social, ¿cómo quedaría el chavismo?
-Desaparece.
¿Hay sectores del chavismo que juegan a una implosión?
-Por supuesto que los hay. Pareciera que fuera la gente vinculada a Diosdado Cabello, que ni siquiera quisieron tener una representación en la mesa de diálogo.
¿No podría estar ese sector torpedeando los resultados del diálogo, incluso a costa del propio Gobierno?
-Puede estar haciéndolo. El problema que tienen es que el Vaticano y la Iglesia Católica, en general está en contraposición a estos tipos de intereses. Ese es un gran beneficio para Venezuela.
¿El Vaticano busca estabilidad en el país o una transición política?
-Una transición política. Que puede ser el reconocimiento de la oposición y un escenario de elecciones. O el reconocimiento de la crisis, y entregar la cabeza de Nicolás Maduro, como gesto para el inicio de un cambio.
Quien ha cedido en el diálogo ha sido la MUD que suspende marchas y el juicio político, pero el Gobierno no ha cedido ni siquiera en el discurso político
-Sólo hay que evaluar el discurso de Henry Ramos Allup, de Luis Florido, que salen diciendo que asumen el costo político de un diálogo. En este escenario quien gana es la democracia en Venezuela. El Gobierno, que entrompa en el discurso, lo que hace es perder más capital político y respaldo internacional.
¿No es una burla al diálogo el hecho de que el presidente Maduro diga que la oposición no llega a Miraflores “ni con balas ni con votos”?
-Creo que quizá, más que hablarle a la MUD, le habla a su propio electorado. Lo que pasa es que el Gobierno puede decir lo que quiera, pero si incumplen un proceso de acuerdo de la Iglesia Católica se activarán dos mecanismos, además de la presión social: la activación de la Carta Democrática, y la expulsión del Mercosur, que son elementos que lo destrozan políticamente.
¿Existe un escenario en el que la mesa de diálogo pueda suspenderse?
-Si eso sucediese el escenario podría ser 10 veces peor que el caracazo. Si la salida democrática no se logra, la sociedad rebasará a la MUD, al chavismo y a quien se le atraviese. Eso sí sería grave.
¿Y quién podría controlar eso?
-Ese es otro gran problema. Pudiera ser un hombre del estamento militar, o alguien que no esté vinculado a las fuerzas políticas tradicionales en el país. Como, por ejemplo, empresarios.