José Najul | LA PRENSA.- El peso social que tienen las facciones radicales, tanto de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) como del chavismo es cada vez menor. Estas posturas extremas han fungido como una prisión que ha impedido trabajar en la recuperación de los elementos sustantivos para la sociedad, y cuya única llave de escape es el diálogo.
Lo asegura Piero Trepiccione, politólogo, quien asegura que estas posturas cercanas a los polos que repelen la concordia ya han perdido prácticamente todo el respaldo popular, y han comenzado a erosionar el fundamento de lo que, hasta ahora, compone su fortaleza: el poder institucional.
Considera que lo mejor que pueden hacer quienes se oponen al Gobierno, sector que, a su juicio, está compuesto por más de un 80 % de la población de todo el país, es mantenerse firme en el respaldo al mecanismo de diálogo y mantener una presión popular en las calles coordinada por un liderazgo orgánico que sepa direccionarlas de manera pacífica.
Además, apunta que el Gobierno es quien deberá ceder la presidencia de la República, permitiendo así que se emprenda un escenario de recuperación política, económica e institucional.
Trepiccione se inscribe en la corriente de los optimistas. No sólo cree que hay muchos más elementos positivos para la recuperación de Venezuela que se están tratando y que se profundizarán mientras se sigan propiciando los espacios de encuentro, sino que estima que, para el primer trimestre del próximo año, el escenario nacional podría haber cambiado muy positivamente.
¿Es el diálogo un camino fructífero para la resolución de los problemas?
-No sólo podría ser un camino. Es el único camino posible dentro del marco de la política y la Constitución. Si los venezolanos queremos resolver nuestras diferencias, problemas y niveles de intolerancia, así como la situación económica del país, no hay otra manera que no sea a través del diálogo.
¿Incluso cuando los intereses de los polos políticos que negocian son contrapuestos?
-Sí. Porque Venezuela ya no está polarizada. Ahora hay que hablar de un país unipolar. Hay un gran polo: el del descontento. El 82 % del país es contrario a las políticas económicas de Nicolás Maduro, el 70 % del país lo responsabiliza, directamente, de la crisis que atravesamos. En Venezuela persiste la polarización política, pero en la sociedad la mayoría soporta sus opiniones sobre la base de las necesidades.
El Gobierno podría ser minoría popularmente, pero institucionalmente hablando tiene el control, la mayoría. ¿Cómo negociar con esa correlación de fuerzas?
-Hay un ejemplo histórico muy parecido. La época más dura de la “guerra fría”, en donde dos factores con intereses e ideologías contrapuestas se pusieron de acuerdo, en el peor momento, para negociar, intercambiar prisioneros, espías.
¿Y eso cómo se yuxtapone en el caso venezolano?
-Lo que digo es que hay maneras de conversar, más allá de los intereses de ciertos factores. En este caso es la economía. Hoy tenemos, hoy en día, muchos 27 de febrero de 1989, en todo el territorio: protestas por gas, alimentos, combustible, servicios públicos, medicinas, inseguridad. Esto sumado a la incidencia de la inflación que podría cerrar en un 600 %, configura un clima en el que se debe dialogar.
¿Dialogar con qué, si pareciera que ninguno de los dos polos tiene lo que el país verdaderamente necesita?
-No lo creo. Hay que negociar la salida de Nicolás Maduro de la presidencia. Hay más de un 80 % de la población pidiendo a gritos su salida porque ni su discurso ni su modelo económico funcionan. Por primera vez en la historia del país, se culpa a una sola persona de lo que ocurre.
¿Cómo pueden hacerlo?
-Con el revocatorio, o que Nicolás Maduro se separe de la presidencia, facilitando un proceso de transición política en el que los factores institucionales se pongan en sintonía con la voluntad de la población, y se conforme una plataforma política con miembros de la MUD, pero también con representantes potables.
¿Pero no son los radicales quienes tienen poder, y por eso torpedean cualquier salida intermedia?
-Si analizamos los estudios de opinión pública notamos que el peso de los radicales, tanto de la MUD como del chavismo cada vez es menor. En términos de respaldo popular.
¿Y el peso institucional?
-Es algo distinto. En término de respaldo, las voces radicales, aunque hacen mucho ruido, especialmente en las redes sociales, pero la base de apoyo es cada vez menor. El pueblo de Venezuela presiona por una salida política. Por eso es que los radicales pueden tener mucho poder institucional, pero como cada vez se minimiza frente a la voluntad de la población, no lo podrán mantener por mucho tiempo.
¿Qué les queda a estos actores políticos?
-Negociar una salida. Un proceso de transición antes de que se genere una megaexplosión que haga que la economía del país sufra muchísimo más.
Si lo rechazan, ¿cómo puede actuar una MUD que se ve internamente dividida?
-El mundo opositor es variopinto. La MUD debe tratar es de dar una direccionalidad estratégica afinada. Lo que está claro es que existe un descontento. Hay que interpretarlo con una estrategia unificada, bien direccionada, que permita obtener resultados políticos rápidamente y mostrando su fuerza.
¿Y de qué manera puede mostrar fuerza la Unidad?
-Manteniendo una calle organizada, con capacidad oránica de liderazgo. Si no controlan la protesta y la presión popular, el Gobierno puede sacar partido de eso, calificándolos de violentos.
La MUD ha hecho convocatorias masivas y mediáticas, pero efímeras como la del primero de septiembre, ¿por qué no logran concentrar permanentemente a la población?
-Porque no hay una dirección estratégica. El 1-S todas las fuerzas políticas concentraron sus esfuerzos en organizar y mover correctamente a la población y eso lo convirtió en un éxito. No creo que haya sido un efecto efímero, porque aceleró los tiempos para sentar al Gobierno en la mesa de diálogo.
¿Pero no han seguido fracasando en el resto de intentos de presión, como el paro nacional?
-El paro tuvo un efecto, que no fue el que se esperaba, y es precisamente por los tipos de errores que comete la MUD. No fue algo coordinado, sino improvisado. Debió hacerse a través de un consenso, no por medio de un decreto.
Entonces, ¿cuál debería ser la “clave” de la presión popular que debe aplicar la Mesa de la Unidad para que sea efectiva, pero también permanente?
-Una presión popular, con un liderazgo orgánico, que esté dispuesta a mantenerse, de manera controlada y pacífica en la calle para ir abriendo nuevas fases dentro del proceso de negociación.