Hablar de la parroquia El Cují, del municipio Iribarren del estado Lara, implica destacar su transición que se remonta a su poblamiento indígena y a su primer asentamiento en el siglo XIX, hasta el auge de su crecimiento poblacional que actualmente apunta hacia un importante desarrollo comercial. Conglomerados habitacionales del norte de Barquisimeto que dejan de ser lugares dormitorios, para intentar cubrir las principales necesidades de sus habitantes.
Este 24 de noviembre, El Cují arriba a 38 años como parroquia. La cronista, Leonarda Palacios, habla de cuando el gobernador era Guillermo Luna, a finales del año 1987, que hace respetar a esta jurisdicción tantas veces confundida como «El Cují – Tamaca», desestimando que se trata de dos parroquias vecinas, pero distintas.
Según Palacios, es una parroquia pujante que desea contar con todos los servicios públicos y asegurar la calidad de vida a los pobladores de sus más de 34 sectores.
Destaca su progreso desde el año 2000, cuando empieza a tener más establecimientos comerciales y de servicio, no sólo abastos, supermercados, panaderías y carnicerías, para extenderse en farmacias, cadenas de comida rápida, tiendas de repuestos, academias de formación, de telecomunicaciones y hasta de encomiendas nacionales.
De las raíces ancestrales, precisa que era habitado por una comunidad gayona, tal como lo indica un censo del año 1546. Vivían principalmente del maíz y de la cría de animales, imperaban las viviendas de bahareque con techo de paja, manteniéndose así durante mucho tiempo y luego con techo de zinc.
El sector era conocido como «Barrio Negro» y después como «El Cují», al tener como referencia a un frondoso árbol de este tipo en la actual intercomunal vía a Duaca, a la altura de la entrada hacia Las Veritas. Allí, la tierra era suelta y por lo general, tras las lluvias, terminaba convirtiéndose en un charco, donde las bestias quedaban «atolladas», debido al peso de los víveres que transportaban hacia Duaca o Aroa.
Lo describe como la parada, un sitio para hacer escala al que la gente le decía «El Cují de Chencho», porque allí cerca vivía un señor que llamaban por ese apodo y era muy sociable, siempre con un tema de conversación para los viajeros. No le indicaron cuál era su nombre de pila, pero siempre estaba allí, en lo que actualmente se conoce como Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA), organismo que se creó para ocuparse de los avances en genética del ganado caprino, así como de cultivos agrícolas, entre otros estudios.
La cronista comentó que el proyecto del Ferrocarril Bolívar fue una fuente de trabajo importante en Barquisimeto para obreros provenientes del norte, que viajaban desde Duaca, con estaciones en El Cují.
Palacios dijo que según la reforma agraria de 1960, este asentamiento agrícola era de 4.466 hectáreas. De hecho, conocían que correspondía desde Moyetones y por eso es que se conecta desde Carorita Abajo.
Ella, a sus 83 años de edad, se complace de formar parte de esas primeras familias como lo fueron Palacios, Parra, Rojas, Vivas, Molleja, Capdevila, Carucí, Guédez, Gómez, entre otros que vivían de los sembradíos de maíz, granos, crías de caprinos, ovinos y aves de corral en El Cují.
Especial mención hace de los curanderos que atendían a los enfermos, tales como Circuncisión Rodríguez que vivía en Carorita Abajo y el señor Emiliano Mendoza, ambos fallecidos en avanzada edad. Además de las parteras, Saturna Parra, Isidra Apóstol, así como Dionisia y Santiaga Parra, quienes aún siendo analfabetas, eran sabias en el acompañamiento del trabajo de parto y solían terminar como madrinas de los recién nacidos.
Leonarda Palacios, antes de dedicarse al registro de la historia de la parroquia El Cují, fungió como la primera jefe civil desde 1987 a 1992. Se complace al describir su desarrollo paulatino desde el año 2000. Para evitar que las personas tuvieran que trasladarse hacia Barquisimeto a hacer compras, actualmente cuentan con tiendas de ropa y de servicios. Minilocales comerciales se vienen estableciendo en las comunidades, más allá de la tradicional bodega.
Recuerda que a partir del año 1967, cuando el dirigente vecinal Quintín Parra (recién fallecido), solicita la aprobación de los proyectos del acueducto rural. Antes, los habitantes solían buscar agua en el pozo El Cují, donde actualmente funciona la estación de la hidrológica del estado Lara en la entrada de Carorita. Después, comienzan el auge de proyectos residenciales, se crean urbanizaciones y se dispara el crecimiento poblacional. El suministro de agua se quedó insuficiente, así como está pendiente el asfaltado, más allá de vías principales.
Cuando se establece como parroquia, se contaban con 19 sectores y actualmente superan los 34 formales, además de innumerables invasiones que terminan conformándose como pequeñas comunidades. El Cují centro, Carorita (incluso con la construcción de dos amplias urbanizaciones privadas y minicentros comerciales) y Sabana Grande, son los sectores que destacan como los de mayor crecimiento.
Aparecen grandes supermercados y comercios, especialmente ventas de materiales de construcción para facilitar las necesidades de quienes ejecutan proyectos de viviendas, y que son a su vez importantes fuentes de empleo. Familias comienzan a levantar emprendimientos, algunos ofrecen alquiler de pequeñas granjas para fines de semana con piscina. El sector transporte cobra fuerza, aumentan las flotas de autobuses y carros por puesto y la estrecha carretera de dos canales pasa a ser una amplia avenida intercomunal.
Cubren los diversos ámbitos, considerando que el ambulatorio Las Marías, ubicado en la avenida intercomunal a pocos metros de la pasarela de El Cují, es uno de los principales centros asistenciales y los consultorios en las comunidades.
En materia de seguridad, cuentan con el Destacamento 14 de la Policía de Lara en el sector La Chata, cerca de la plaza La Cocuiza, así como otros comandos y cuadrantes de paz. Palacios destaca que El Cují también cuenta con un módulo de la Policía Municipal.
A nivel de educación, se cuentan con cinco colegios privados y 22 planteles públicos. Destaca la escuela José Atanasio Girardot en El Cují centro y el Liceo El Cují con una matrícula de 820 alumnos. Indica la subdirectora, Silene Jiménez, que tienen 26 secciones en turnos matutinos y vespertinos, han graduado 28 promociones de bachilleres.
«El conocimiento es la base fundamental del desarrollo y de rescate de los jóvenes», precisó la profesora Pilar Uribe, destacando ese impulso como parroquia y teniendo alumnos que aportan desde la conciencia de rescate agrícola y proyectos de aporte social a las comunidades.
Palacios finaliza reiterando el valor cultural de esas familias que mantienen su celebración de la Cruz de Mayo, el tamunangue con las promesas a San Antonio y los tambores para San Juan. Así continúan ese legado devocional de familias fundadoras como Carucí y del propio señor Quintín Parra, quien animaba a la comunidad para mantener viva la esencia como pueblo desde la expresión cultural.
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