Luis F. Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- Para quienes hacen vida en Barquisimeto es común admirar una cruz blanca que se distingue desde diferentes puntos de la capital larense. Imperante y vigilante, la cruz que fue colocada en un cerro hace más de 60 añ;os ha pasado a ser parte del gentilicio guaro que la considera símbolo del noroeste de la ciudad.
El Cerro La Cruz, como se le conoce, representa la fe católica de un pueblo que buscó la manera de acercarse a Dios de manera efectiva. Ubicado en El Trompillo, ha sido testigo de cientos de historias que hoy por hoy forman parte del sentir regional.
Corría el añ;o 1962, para la época habían ocurrido frecuentes temblores y un calor extenuante agobiaba día y noche a las personas, lo que despertó en ellas un gran miedo que dio paso a la teoría de que en «Cerro Gordo», como se le conoce a una de las tantas colinas del sector, albergaba un volcán que en cualquier momento podría hacer erupción.
Fue así como un grupo de personas se reunió y con esfuerzo subieron la cruz hasta la punta del cerro. Allí permaneció por algunos meses, hasta que un hombre apodado el «Perro» se llenó de ira y con machete en mano la destrozó.
Fue así como toda la comunidad nuevamente ensambló esfuerzos y con mecates tiraron de la pesada estructura metálica hasta la cumbre del cerro. Ese día, decenas de personas estuvieron presentes. Los niñ;os vestían de ángeles, mientras que las mujeres con rosario en mano presenciaban la misa que ofrecía Segurola.
Así se dio paso a una enorme devoción que con el transcurrir de los añ;os fue extendiéndose hasta los diferentes sectores de la parroquia Unión. Las personas aseguraban sentir mucha paz y al descender del cerro se sentían «renovados y fortalecidos como un águila». Fueron muchas las personas que comenzaron a subir la empinada colina que tiene diferentes obstáculos, como plantas de tuna y huecos que entorpecen el andar. Nada de eso se interponía en el deseo de la gente de sentir de cerca la presencia de Jesús y el calvario que vivió en la cruz mientras pagaba por los pecados de la humanidad.
Gerardo Pérez, cronista de la parroquia Unión, recuerda que cada Jueves Santo era común ver cómo una hilera de personas subía la colina para cumplir con su cometido.
Para mediados del añ;o 1990, la cruz ya presentaba un gran deterioro como consecuencia de la lluvia y el sol que había recibido por casi tres décadas, por lo que nuevamente fue reemplazada.
Casi 33 añ;os han pasado y la cruz se mantiene vigente, coronando a Colinas de El Trompillo, la comunidad que nació a sus pies. Ahora no es tan frecuente ver personas subiendo el cerro para cumplir con su fe. El motivo se debe a que la zona ha sido tomada por algunos delincuentes que acechan a los devotos para despojarlos de sus pertenencias. Sin embargo, grupos religiosos se encargan de organizar actividades grupales que constan de entre 50 y 60 personas, para evitar ser víctimas de amigos de lo ajeno.