José Najul | LA PRENSA.- Los análisis macroeconómicos dejan entrever escenarios nefastos para la economía venezolana. El Gobierno pareciera querer tomar medidas para la resolución de la crisis política, pero sigue insistiendo en un modelo centralizado, con un gran peso en la gestión del Estado.
Estas medidas seguirán estimulando la alta tasa de inflación que, sumada a la pérdida de producción de riquezas, provocará que la depresión económica siga en marcha en el país.
Lo advierte Asdrúbal Oliveiros, director de ecoanalítica quien, durante una ponencia en la Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado (UCLA) con estudiantes de la carrera de economía, aseguró la continuación de la caída económica que, en su semestre número 16, ha alcanzado una reducción del 20%.
Oliveiros indica que, en un estudio realizado en tres ciudades importantes del país (Caracas, Maracaibo y Valencia), determinaron que la inflación de la cesta básica alcanza el 412% en este año, incluyendo los productos regulados, y asciende hasta el 1008%, si se toman en cuenta los productos comerciados en el mercado negro. Estos dígitos distan mucho de los revelados por el Banco Central de Venezuela (BCV) que emitió un tímido 181% de inflación.
Explica que el Ejecutivo nacional ha provocado que sean los venezolanos quienes padezcan los efectos de la deuda, limitando excesivamente las importaciones de productos, para evitar el impago a los acreedores internacionales tenedores de bonos de la nación, y evitar caer en “default”.
También destaca que el sector privado ha recibido un impacto directo, al dejar de percibir por completo un dólar tasado a precio preferencial; por el contrario, ahora deben subastar en un mercado controlado por el Gobierno que, a pesar de la vigilancia roja, ha ascendido a unos 681 bolívares por dólar.
Baja la producción
A pesar de que Venezuela tiene problemas en materia económica, el Gobierno no ha propiciado un estímulo en la producción de barriles de petróleo, fuente principal de los ingresos en divisas de la nación.
Oliveiros alerta sobre una contracción diaria de, aproximadamente, 400 mil barriles, que colocan al país en una situación de desventaja con respecto al resto de naciones que intervienen de manera cotidiana en los ya de por sí deprimidos mercados internacionales de hidrocarburos.