José Miguel Najul | LA PRENSA.- Cuando se despertó, estaba rodeada de invasores. María Felipa Rosales quedó atónita al percatarse que un montón de personas habían forzado el par de candados que sellaban los dos locales adyacentes a su vivienda, vulneraron el domicilio y se negaban a marcharse.
La vivienda en la que habita la señora María Felipa está ubicada en la calle 38 entre carreras 20 y 21. La entrada a la casa, en la que vive alquilada, es angosta y da hacia un pasillo.
El resto de la fachada la componen los dos locales, trancados por portones negros cerrados desde dentro. Por los resquicios que el óxido abrió en uno de ellos, se asomaba tímidamente el rostro de un pequeño que se ocultaba en cuanto percibía que alguna mirada lo apuntaba.
“Se metieron desde temprano con niños que tienen discapacidad. El problema no es sólo que hayan invadido, sino que están utilizando a los menores para quedarse adentro, a pesar de que ese lugar no cuenta con las condiciones para habitarlo”, manifestó Zuly Alvarado, miembro del consejo comunal “centro norte”.
Denuncian que, además, han hecho un “censo falso” compuesto por personas al azar, a las que les pidieron las firmas y los datos mientras pasaban por la calle.
“Agarraban a cualquiera y le decían que firmara. Hacen parecer que la comunidad les está brindando apoyo, pero es completamente falso”, expresó la señora Alvarado.
Apuntan hacia un local cercano: “La escalera”, de donde, dicen los vecinos, vino el grupo invasor, en su mayoría compuesto por damas. Como se han metido en los locales, irán hasta fiscalía para tomar la denuncia. También avisarán a la dueña de la vivienda y los locales, para que esté al tanto de la situación.