La fe mariana se manifestó una vez más con fervor y tradición en la peregrinación número 167 de la Divina Pastora por las calles de Barquisimeto. Como cada año, la sagrada imagen lució una serie de exquisitos vestidos, cada uno cargado de simbolismo y devoción, marcando los momentos significativos de su visita a la capital larense.
La jornada comenzó el pasado 14 de enero, cuando la excelsa patrona de los larenses se presentó ataviada con un majestuoso vestido dorado. Este color, símbolo de realeza, luz y divinidad, engalanó a la Virgen en su salida desde el templo de Santa Rosa, irradiando solemnidad y esperanza a los miles de feligreses que se congregaron para acompañarla en su recorrido.


Posteriormente, la Divina Pastora sorprendió a sus devotos al vestir un elegante traje en tono verde esmeralda. Este color, asociado a la esperanza, la vida y la naturaleza, acompañó a la imagen en una de las etapas de su peregrinación, recordando la conexión de la Virgen con la creación y su papel como fuente de consuelo y renovación espiritual.
En días posteriores, la imagen mariana se engalanó con un delicado vestido blanco con detalles amarillos. El blanco, tradicionalmente vinculado a la pureza, la paz y la gracia, se combinó con el amarillo, evocando la luz divina y la alegría espiritual, transmitiendo un mensaje de serenidad y bendición a la comunidad barquisimetana.


Continuando su peregrinar, la Divina Pastora lució un sereno vestido azul aquamarina. Este color, que remite al cielo y al mar, simboliza la tranquilidad, la fe y la protección. Su presencia inspiró recogimiento y oración en los corazones de los fieles que se acercaron a venerarla.
Azul plata engalana a Divina Pastora
Finalmente, para su retorno triunfal a su nicho en el templo de Santa Rosa, la Virgen se presentó con un distinguido vestido azul plata. La combinación del azul, representando la espiritualidad y la devoción mariana, con el brillo elegante de la plata, simbolizó la culminación de su visita y la gratitud de sus hijos por las bendiciones recibidas.


Cada uno de estos vestidos, confeccionados con esmero y dedicación por manos devotas, no solo embelleció la imagen de la Divina Pastora, sino que también sirvió como un lenguaje visual de fe, esperanza y amor, enriqueciendo la profunda conexión espiritual entre la patrona y su pueblo durante esta significativa peregrinación número 167. La tradición de vestir a la Divina Pastora con diferentes atuendos continúa siendo una expresión palpable de la devoción mariana que arraiga profundamente en el corazón de Barquisimeto y toda Venezuela.

