Evana Materán | LA PRENSA.- Las personas con discapacidad luchan a diario con la ignorancia, el maltrato y el irrespeto de los ciudadanos. Además, corren el riesgo de transitar por calles que no están diseñadas para su condición.
Recorrer la ciudad es casi imposible para quienes sufren una discapacidad motora o visual. Los alrededores del Centro Comercial Cosmos y en la avenida 20 representan zonas de caos o un infierno por las mesas atravesadas donde trabajan comerciantes de la economía informal.
“No hay espacio para andar por la acera y a veces tenemos que pasar por la calle”, comentó Óscar Pérez, vocero del Consejo Presidencial de Personas con Discapacidad en la entidad, quien caminaba con un bastón. Se sentía indignado por la falta de consideración que tienen los ciudadanos hacia las personas con discapacidad.
Al bululú de las calles se suma la necesidad de construir rampas que cumplan con las condiciones adecuadas para que quienes anden en sillas de ruedas, con andaderas o bastones puedan subir y bajar las aceras sin problemas.
Luis Montes de Oca, presidente del Consejo Estadal para la Atención a Personas con Discapacidad en estado Lara (Ceapdis-Lara), añadió que las pocas rampas que hay en la ciudad son lisas, por ejemplo señala las que están ubicadas en la carrera 18 con calle 25, pero aclaró que ellos las necesitan con una textura corrugada para no resbalarse.
Manifestó que en la avenida Vargas el mal son los huecos, pues las sillas de ruedas pueden caer ahí y deteriorarse. “Andamos a riesgo”, expresó.
Montes de Oca hizo un llamado a los conductores para que también sean más responsables en las carreteras, porque en su caso ya lo han atropellado dos carros, a pesar de que él toma sus previsiones y se coloca chaleco fluorescente.
Otro problema para transitar se presenta cuando los choferes estacionan en los accesos para discapacitados. Édgar Pérez miraba hacia los lados en la carrera 21 antes de llegar a la plaza San José, no encontraba por dónde subir a la acera y comentó que eso lo padece con frecuencia. “No puedo andar tranquilo”.
Subir al transporte público es otro dolor de cabeza. “Nos sentimos denigrados en todas partes, los carros ni se paran”, comentó William Pineda mientras esperaba en su andadera que algún chofer decidiera llevarlo.
La Ley de Personas con Discapacidad en su artículo 39 señala que los transportistas deben respetar el derecho que tienen los discapacitados de trasladarse en las unidades sin pagar el pasaje. En caso que deban usar una ruta extraurbana, indica que los discapacitados sólo pagarán el 50 por ciento del servicio.
Una comisión del Consejo Estadal ha realizado campañas en el terminal de Barquisimeto para concienciar a los conductores e invitarlos a que respeten a los usuarios con condiciones especiales.
En las paradas de Transbarca el acceso preferencial de los discapacitados también ha generado reacciones negativas entre los usuarios. “Un muchacho nos imitó y decía que así lo pasarían más rápido, todos reían”, dijo un adulto mayor. Lamentó que la gente juegue con la discapacidad.
Los consultados por el equipo periodístico de La Prensa coincidieron en que el espacio en que más se sienten maltratados es en las sedes de entidades bancarias públicas y privadas porque los mandan a hacer largas colas y al final más de uno se queda sin poder ser atendido.
“De tanto esperar hasta se me sube la tensión y siento que los pies se duermen”, expresó Pastora Amaro mientras permanecía parada en la cola del Banco Bicentenario, ubicado en la avenida 20.
Aunque se corría el rumor que el dinero se había acabado la fila de las personas discapacitadas seguía con más de 20 personas. Las quejas por la mala atención retumbaban en la entrada del banco y se empezaban a ver informes médicos para exigir a la gerencia que les pagaran.