Osman Rojas | LA PRENSA de Lara.- A la Emergencia del Antonio María Pineda llegó Douglas Manzanares (47) el martes 01 de octubre. Tenía mucho dolor de estómago y había sido diagnosticado en el Hospital de Duaca con una obstrucción intestinal que ameritaba una urgente operación. El ingreso se hizo 24 horas después de haber llegado y no fue sino hasta el 02 de octubre cuando fue ingresado a pabellón. Allí comenzó la pesadilla de una familia que vio cómo la desidia médica terminó con la vida de un hombre.
Según cuenta Aura de Manzanares, esposa del señor, en una primera instancia la operación fue todo un éxito. Seis horas duró la cirugía y la familia respiró aliviada. Por precaución médica el hombre debía pasar una semana bajo observación; sin embargo, el 07 de octubre, cinco días después de haber sido operado, la herida en el abdomen del señor se abre y los médicos dicen que es necesario operarlo una vez más. «Se va a contaminar», fue la advertencia que hicieron los especialistas a la familia antes de solicitar insumos como anestesia, guantes y gasas para realizar una intervención de urgencia.
Alarmados por el diagnóstico la familia Manzanares se movió con velocidad. Consiguieron todo pero el cupo en pabellón nunca llegó. Los días pasaban y la herida se hacía cada vez más grande y el olor era putrefacto. «Los pacientes que estaban con él se quejaban. Olía mal», recuerda su esposa.
Cansados de esperar por un cupo en quirófano la esposa, en compañía de otros miembros de la familia, se fue hasta la puerta de la dirección del Hospital Central y allí esperaron a la doctora María Josefina García Lara, directora de la institución. Allí ellos expusieron, con detalles, lo que estaba pasando con el señor Douglas, pero la directora les pidió que tuviesen paciencia alegando que esa no era una emergencia. «Si no han hecho nada los médicos es porque no es urgente», fue la respuesta que encontró la familia..
Aferrados a la fe los Manzanares siguieron esperando. Conforme pasaban los días el paciente se iba complicando, pero, aún así, los médicos no hacían nada. «Le dio fiebre y tenía mucho dolor«, dice la esposa que recuerda con amargura cómo, hace unos días, la familia volvió a las puertas de la dirección del Hospital para entrevistarse una vez más con García Lara. «Fue inútil el esfuerzo. Lo único que nos decían es que habían otras emergencias. Yo pregunté si mi esposo no tenía salvación y les rogué que, de ser así, me lo dieran para que muriera en la casa. Nunca me escucharon«, rememora la señora de Manzanares.
Desde el mismo momento de la operación el paciente nunca experimentó mejoría. «Hace tres días empezó a botar, como si fuese una fuente, un líquido verde. Le dije a los médicos, pero dijeron que era normal», dice la esposa, quien recuerda cómo las últimas 24 horas de vida del señor Douglas fueron traumáticas. «Murió contaminado. Lo dejaron morir«, concluye.
La familia Manzanares denuncia que la atención médica no sólo se vio limitada por la negativa de la institución de prestar el pabellón para una intervención, pues las personas comentan que el derecho a una cama en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) también le fue negada al paciente.
«Los médicos decían que tenía que estar en una cama UCI y en la institución nos dijeron que no habían camas, pero eso es mentira. Nosotros pudimos confirmar que durante todos estos días el área ha tenido dos camas libres«, decía la familia.