Lorena Rojas | LA PRENSA DE LARA.- El déficit de agua potable en la entidad continúa acentuándose y afectando cada día a más comunidades larenses. Sólo entre Iribarren y Palavecino suman al menos 50 sectores, cuyos habitantes padecen por la falta de inversión en el sistema de distribución del vital líquido por tuberías, lo que obliga a rendir la poca que tienen almacenada y rogar al cielo porque llueva para poder recoger algo.
Y es que cubrir necesidades básicas, como preparar alimentos, bañarse, bajar el inodoro y lavar la ropa se han vuelto una tortura porque la mayoría de las veces no tienen suficiente agua para cubrirlas. Incluso hay comunidades en Barquisimeto donde es un lujo consumir los ocho vasos de agua que recomiendan los médicos para mantener el cuerpo hidratado, pues los vecinos aseguran que tienen hasta 4 años sin recibir agua por tuberías, como es el caso de la calle 57 desde la carrera 14 hasta la 16.
En Iribarren destacan como zonas afectadas El Carmen, El Tostao, El Coreano, Morrocoy, El Bolívar, La Carucieña, Macías Mujica y El Cercado, mientras que en Palavecino resalta Los Rastrojos, ubicada en la parroquia José Gregorio Bastidas.
Hay otros sectores que tienen la «suerte» de recibir agua semanal, pero el caudal y el tiempo que dura no es suficiente para abastecerse, tal como ocurre en Morrocoy, al oeste de Barquisimeto, donde cada ocho días pueden llenar dos pipas, lo que es insuficiente para un núcleo familiar de cinco personas.
«Cada mañana que nos levantamos y vemos que el cielo está nublado nos alegramos y le pedimos a Dios que llueva para poder bañarnos, es muy difícil vivir en esta situación, porque con niños en la casa se gasta más agua y sin embargo tenemos que rendirla, sacrificando tareas como lavar la ropa o limpiar la casa», dijo Yaneth Bello, vecina de Morrocoy.
Esta es una situación que se repite en otras comunidades, en el sector 24 de Julio, igualmente en el oeste los habitantes han tenido que optar por colocar sus bombas de agua directamente de la tubería de la acera, pues de otra manera no podrían almacenar el vital líquido, asimismo han tenido que planificar sus actividades en torno a la distribución de agua. «Logro llenar el tanque porque gracias a Dios tengo 2 tomas, pero por acá el agua llega los viernes, ya sabemos que ese día hay que apartarlo porque sino, nos quedamos secos toda la semana», dijo Darwin Zerpa.
Sin poder comprar
En las comunidades hay habitantes que les toca comprar el agua a algunos de los cisterneros que van a ofrecer sus servicios a dichos sectores, pero no todos los ciudadanos tienen la posibilidad de comprar una pipa de agua, cuyo valor oscila entre 1 y 3 dólares.
«La situación que vivimos es deprimente porque no tenemos el dinero para darnos el lujo de comprar agua, así como tampoco tenemos pasaje para ir a otros sectores a lavar, cuando llueve nos sentimos ricos porque aprovechamos de hacer todo lo que podamos porque hay suficiente», dijo Yoselín Velázquez, vecina de El Carmen.
Aunque los cisterneros venden el agua en dólares, hay otros que aceptan comida como forma de pago; sin embargo, no todos aceptan trueque.
Vulnerados
El hecho de que un larense no pueda ni siquiera tomarse un vaso de agua o tener agua para asearse atenta contra sus derechos humanos, expresó Marisol Bustamante, politólogo y miembro del Movimiento Unidos por el Agua y los Derechos Humanos, quien aseguró que los gobernantes deberían informar a la colectividad con exactitud hacia dónde se están destinando los recursos y asimismo trabajar en conjunto para encontrar una solución.
«Se necesita que se publiquen los planes operativos, ya que todos somos afectados es nuestro derecho como ciudadanos exigir estos planes y que además sean transparentes en ese proceso, tal como lo establece el artículo 141 de la constitución, el cual detalla que la administración pública está al servicio de los ciudadanos», expresó.
Alcides Pérez, fundador del movimiento, recalcó que en los 50 sectores que son reportados a la organización a las familias se les ha disminuido la calidad de vida porque sus derechos humanos son violentados por la escasez de agua.
«La situación es crítica en todo el estado Lara, hay sectores que tienen 4 años sin que les llegue el agua potable, pero hay otros, como es el caso del este de la ciudad en el que no tenían problemas con la distribución del vital líquido, ahora las personas deben pasar noches en vela para poder surtirse y eso no es calidad de vida», dijo Pérez.
El «Plan Cayapa» es insuficiente
Ante la grave crisis de agua potable que atraviesa la entidad, la gobernación ha optado por implementar el «Plan Cayapa» para llevar el vital líquido a las comunidades; sin embargo, este es insuficiente debido a que no todos los vecinos logran surtir y los que sí, sólo les llenan una pipa.& ;
«Si vinieran frecuentemente tendríamos un poco de agua, pero vienen cada 15 días y el agua no alcanza para todos porque traen muy poquita, como mucho se logra surtir una o dos pipas, lo que no es suficiente para los gastos de la semana», dijo Wilmer Cortez, de El Tostao.& ;
Cisterneros están paralizado
Al menos 150 cisterneros activos del llenadero kilómetro 11, estación 44, ubicado en la vía Quíbor, exigen una mesa de diálogo con autoridades de Hidrolara para llegar a ciertos acuerdos con respecto a los viajes gratuitos y los comerciales que deben cumplir en la distribución de agua en la entidad.
Los cisterneros contaron que desde hace cinco años están haciendo viajes gratuitos a comunidades, centros de salud y escuelas públicas, y solamente les están otorgando un pase para surtir 50 litros de gasolina en las estaciones de servicio priorizadas, lo que no les alcanza, pues sus tanques son de 200 litros.
Entre sus solicitudes está incluir la aprobación de ticket para las cargas comerciales, porque a veces sólo les dan dos o tres, además que los viajes gratuitos sean solamente a los centros de salud y escuelas, y que sean dentro del casco de la ciudad, pero una sola vez a la semana.& ;
Aseguran que tienen propuestas, por lo que desean reunirse pronto con las autoridades.& ;
Consumen agua de pozos y salada
En sectores como la parroquia Aguedo Felipe Alvarado, en Bobare, a los habitantes les ha tocado consumir agua de pozos artesanales, la cual no está apta para el consumo humano ya que en su mayoría no tiene buen color ni olor, además que dichas fuentes quedan alejadas de las comunidades.
El agua que les llega por tubería es salada, por lo que tampoco está apta para el consumo, esta la usan para asearse y mantener la higiene en sus hogares, pero el caudal es muy bajo debido a que sólo está funcionando un solo pozo, por lo que no les llega a todos.
Poco tiempo para dar respuestas
Las comunidades que conforman el Movimiento Unidos por el Agua y los Derechos Humanos, el 15 de febrero entregaron un documento en la gobernación para solicitar claridad en los proyectos, y asimismo pidiendo mejoras en el servicio; sin embargo, hasta el momento no han obtenido respuestas.& ;
«La gobernación tiene 20 días hábiles para dar respuestas al documento, pero no lo han hecho, el tiempo se les está acabando y no hay un paliativo en las comunidades», dijo Marisol Bustamante, miembro del movimiento conformado por dirigentes de comunidades.