Ana Uzcátegui | LA PRENSA de Lara – Doce semanas han transcurrido en el país desde que se decretó la cuarentena, sin la posibilidad de que iglesias católicas y evangélicas puedan abrir sus puertas para realizar misas. Pese a esto, representantes religiosos aseguran que la labor para atender las necesidades de los más vulnerables en las comunidades no ha parado, gracias a las contribuciones que desinteresadamente hacen los fieles creyentes, las empresas privadas y hasta las organizaciones de derechos humanos.
«Las obras sociales se mantienen con la misma iglesia, si bien sacerdotes están teniendo muchas dificultades para su sostenimiento personal ante la ausencia de misas presenciales, no se percibe contribución de ofrendas. La gran verdad es que las obras sociales se están sacando adelante, con el acompañamiento y ayudas de los fieles», expresó a LA PRENSA, monseñor Víctor Hugo Basabe, administrador apostólico de la Arquidiócesis de Barquisimeto.
El padre Omar Gutiérrez, coordinador de Cáritas Barquisimeto, precisó que con la ayuda de Cáricas Internacional han podido sacar adelante los programas de ollas comunitarias que se desarrollan en las parroquias y los programas de desnutrición.
«La escasez de gasolina nos ha dificultado movilizarnos a zonas de difícil acceso, pero cada parroquia está buscando entregar alimentos a las personas más pobres», indicó.
Así ocurre en las iglesias evangélicas. Abraham Silva, pastor del Centro de Orientación Pueblo de Dios indicó que para seguir con la orientación espiritual están enviando a los fieles la palabra de Dios a través de videos por las redes sociales, sin perder la comunicación en momentos de complejidad.
«También nos mantenemos por la ayuda de las personas, seguimos recibiendo el diezmo para mantener a la iglesia y se visitan las casas de las personas más necesitadas para entregar mercados que antes eran ayudadas en comedores comunitarios«, indicó el cristiano.
Obispos piden apoyo& ;
Los arzobispos y obispos representados por la Conferencia Episcopal Venezolana manifestaron su preocupación por el fuerte impacto que está teniendo la pandemia del COVID-19 sobre las comunidades indígenas.
«Esta situación sanitaria viene a profundizar el grave deterioro de las condiciones de vida de los pueblos indígenas en general y de los amazónicos en particular, producto de la sistemática exclusión de sus derechos a los bienes y servicios necesarios para una vida digna», indicaron los obispos mediante un comunicado ayer.
Por otro lado, cuestionaron que al deficiente cuadro sanitario de estas poblaciones se le suma la devastación de sus territorios y condiciones de vida por las operaciones del extractivismo.
Esta práctica fue cuestionada por los representantes de la Iglesia porque, «bajo todas sus formas de explotación, parece decidida a destruir los territorios ancestrales de los pueblos originarios, cuyo daño es ya muy grande, en principio para los indígenas».
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