Osman Rojas | LA PRENSA.- El grito al cielo pegó la señora Elizabeth Arriechi cuando fue a preguntar por una tomografía con contraste en una respetada clínica en el centro de la ciudad. La mujer (que tiene hospitalizado a su padre en la Emergencia del Hospital Central) salió el jueves de la semana pasada a buscar presupuesto, pero casi se muere cuando la secretaria le dijo que tenía que desembolsillar 950 mil bolívares si quería que recibieran allí a su familiar.
“Te lo juro que no podía creer el precio. Yo sí sabía que eso era caro, pero me imaginé que costaba como 500 o 600 mil bolívares”, relata con asombro la mujer. Arriechi cuenta que peregrinó por cinco clínicas de la ciudad y en todas manejaban el mismo precio.
“Parece que todas se pusieron de acuerdo. Es una locura pagar casi un millón de bolívares por una prueba que los médicos mandan a hacer quincenalmente”, soltó la señora.
Y es que las pruebas de imagenología se han convertido en un lujo que no todos pueden pagar. La escasez de reactivos aunado al costo que tienen las piezas de repuesto de máquinas especializadas han disparado el precio de los exámenes para diagnóstico.
Ahora mismo, una placa sencilla puede costar hasta 600 mil bolívares en las calles. La prueba, que es la más requerida por los médicos para evaluar las lesiones o el alcance de un golpe, sufrió un aumento del 50 % en menos de un mes pues, el pasado 27 de diciembre, este mismo examen valía 300 mil bolívares.
Las placas no fueron las únicas que sufrieron un ajuste significativo. Una resonancia, que en algunos centros privados se encontraba en 400 mil bolívares pasó a costar 750 mil en menos de dos meses.
Las pruebas complejas, como la gastroscopia (examen que sirve para diagnosticar si una persona tiene cáncer estomacal) pasó de 800 mil bolívares a 1 millón 400 mil en apenas 20 días.
“La gente se enoja, pero lo que ellos no saben es que los reactivos para que las máquinas funcionen se compran a dólar negro. Si el dólar sube los costos se van a incrementar. Nosotros aún manejamos tabuladores solidarios porque con una economía como esta lo normal es que una gastroscopia cueste 3 millones de bolívares”, comentó Henri Jiménez, radiólogo de una clínica en el centro de Barquisimeto.
El especialista contó que la inflación que hay en Venezuela ha llevado a muchos centros privados a parar sus equipos, pues no se consiguen dólares para mandar a reparar una máquina cuando se daña. “El 70 % de los equipos de diagnóstico están parados”.