Ana Uzcátegui | LA PRENSA de Lara – Picadas de zancudos, calor, incomodidad e impotencia, es lo que siente Rosa Suárez cada vez que en Brisas del Aeropuerto cortan la electricidad. Situación que se replica en zonas residenciales de Lara, donde desde hace un año y dos meses el racionamiento de Corpoelec se ha aplicado rigurosamente, con la particularidad que en las últimas dos semanas los cortes han aumentado entre seis a ocho horas diarias.
«¿Por qué en un país paralizado por la cuarentena la crisis eléctrica ha empeorado?», es la pregunta que se hace Suárez a través de Twitter, medio utilizado de desahogo. «Hasta sin comer se han acostado mis hijos porque además de los cortes tampoco tenemos gas», denunció Yairobis Mujica, vecina de El Trompillo, quien ha enfrentado racionamientos cuando prepara la cena en una cocina eléctrica porque la distribución de gas también falla.
Carmen Bracho vive en El Cercado y comenta que en más de una ocasión le ha tocado hacer un fogón en el patio de su casa para poder almorzar ante la falta de luz y gas. «Están jugando con la estabilidad emocional del venezolano, porque además del hambre que estamos pasando por los altos costos de los alimentos, estamos encerrados sin agua, electricidad ni gas«, exclamó.
Pero son los cortes que se prolongan hasta la madrugada los que sacan canas verdes a los larenses. Maoly Escalona, una joven madre que reside en Los Crepúsculos, cuenta que el apagón del viernes pasado, que se prolongó desde las 6:00 pm hasta las 3:00 am, la desveló a ella, a su madre y a sus hijos. «Tuve que sacar el colchón a la sala de la casa, dejar ventanas y puertas abiertas para poder conciliar el sueño porque el calor nos estaba asfixiando, pero los zancudos se alborotaron y no pudimos descansar», narró.
«Nos va a matar un dengue o la delincuencia que se ha desatado gracias a los apagones», dijo Alejandro Roa, de La Piedad.
«Tal como ha dicho la gobernadora, es cierto que los racionamientos los están aplicando para evitar un nuevo apagón nacional, pero lo que no se justifica es que lo hagan en horarios donde no hay picos de consumo», afirma Oswaldo Méndez, presidente del Sindicato de Corpoelec.
«Tenemos la misma cantidad de cortes que Zulia, Táchira y Mérida, que son los más afectados tras el apagón de 2019, pero Corpoelec no da explicaciones. A Lara la dejan sin energía porque su sistema es automatizado, es más rápido de manejar que en otros estados. Esa carga que le quitan es suministrada al Distrito Capital y a Zulia, entidad que no genera energía propia», comenta.
«Que los cortes estén peor que hace un año representa que el Estado no ha hecho nada para recuperar el SEN», apuntó Damián López, presidente del Colegio de Ingenieros de Lara. El país tiene 18 termoeléctricas, pero todas necesitan mantenimiento. «Las termoeléctricas funcionan con gas y gasoil, combustibles que escasean en el país». Apunta que la sequía afecta a Guri, por lo que las sobrecargas eléctricas son frecuentes.
«El colapso es total, el sistema de transmisión de las líneas de 765 y 400 Kilovatios están muy afectadas por los años sin mantenimiento; las subestaciones presentan desgaste. Las líneas están muy estiradas, sucias y sostenidas por aisladores dañados», resume Joe Carrillo, de la Asociación Venezolana de Ingenieros Electricistas, Mecánicos y Profesiones Afines, (Aviem).
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