LA PRENSA.- La avenida Rómulo Gallegos fue epicentro de protestas en la ciudad por quinto día consecutivo. Los comerciantes informales se apoderaron de siete cuadras de la 42, sin tarantines, sin puestos improvisados, sino con pancartas que piden una prórroga para chambear puro por diciembre. No quieren terminar el año comiéndose un cable.
Van siete meses desde que la Policía Municipal, por un decreto expreso de la alcaldía, desalojó a más de 400 buhoneros de unos 700 metros lineales de acera donde tenían más de 20 años trabajando de manera informal, sin un permiso o código diferente al que ellos mismos crearon y al cual muchos alcaldes anteriores se apegaron quizá por miedo a un costo político.
Los trabajadores se sienten en una especie de limbo. Sin un área acondicionada para laborar han pasado los siete meses más duros de sus vidas. “Nos hemos comido nuestro capital por confiar en la palabra de un alcalde que jugó con nosotros, y no respetó la orden de un tribunal e interpretarla a su conveniencia”, expresa Henry Zabaleta, líder de los informales quien tomó la batuta de la manifestación.
En el rostro de los buhoneros se refleja la preocupación de no poder ejercer su actividad que le permitía la posibilidad de mantenerse. La mayoría en este momento se encuentra sin trabajar, sin poder producir ni un bolívar, teniendo encima el mes de diciembre, un mes bueno en las ventas. Esto les hizo reavivar la protesta que ellos han denominado como: calle por sus puestos, al menos hasta llegar a un acuerdo con la máxima autoridad del municipio.
Al comienzo de la semana emprendieron las primeras acciones de protesta y su nivel se ha incrementado a medida que transcurren los días. Ayer, fue una acción diferente a las antes tomadas. Un grupo como de 100 trabajadores se agrupó y marchó desde la avenida Venezuela con calle 42. Caminaron hasta la avenida Pedro León Torres. Los buhoneros contaron con la participación de los concejales bolivarianos, a quienes ellos les agradecen haberle dado la calle y acompañarlos en esta lucha que aseguran que no es política.
«En este tiempo nos han querido hacer ver que somos oficialistas y que nos prestamos a un juego político, pero la verdad es que la única razón que nos mueve para salir a la calle es que no tengo qué darle de comer a mis dos hijos”, relata Johana Mejía, una comerciantes informal que empezó con un pequeño puesto cuando tenía 15 años y hoy día, con dos hijos, es el único medio para mantenerlos.
El juego entre alcaldía y buhoneros está trancado. Ambos se defienden con la misma orden emitida por un juez de un tribunal que en su sentencia estableció que es necesario conformar mesas de trabajo entre ambas partes para llegar a un acuerdo, pero que el municipio debe reubicar a los trabajadores.