Daimar Díaz | LA PRENSA de Lara.-& ;El sabor del queso amarillo y jamón sólo quedan en la memoria de los larenses quienes lamentan que ante el alto precio que registra la charcutería, tengan que conformarse con comerse una arepa con mantequilla y suero, en el mejor de los casos.
En un recorrido realizado por La Prensa por diferentes comercios, se encontró que el kilo de jamón de espalda presenta un escandaloso precio de 920 mil bolívares en comercios del centro, 520 mil más que el sueldo mínimo que entró en vigencia el pasado 1 de mayo.
Los charcuteros comentan que es muy raro el comprador que lleve jamón o queso amarillo, ya que al preguntar el precio, prefieren llevar lo más económico, como queso duro para rallar o mortadela.
«Quien compra jamón se lleva un cuarto de kilo porque normalmente no tienen para pagar más de un millón que es el valor que actualmente tiene», comentó Darwin Moreno, vendedor en una charcutería del oeste.
El queso blanco duro o semiduro es lo más buscado por los guaros, por ser «lo menos caro», sin embargo, el kilo se ubica en 500 mil bolívares, una cifra que sigue estando por encima del sueldo mínimo.
«En mi casa lo que se come es queso y mortadela, porque todo lo demás está muy caro, prefiero comprar 200 mil de queso blanco que me rinde más que el queso amarillo o el jamón», comentó Diviana Rovilla.
Complacer a los niños con salchichas para la cena también es otra de las limitantes de los padres por los altos precios que presentan. Gregorio Suárez, un mecánico de oficio, manifiesta que las escasas veces que compra salchichas o jamón es sólo para sus hijos, por eso la compra en pequeñas cantidades.
«Voy a los sitios donde venden salchichas detalladas y compro la de los niños o un poquito de jamón por lo menos para dos cenas de los niños, ya los grandes no disfrutamos de comer esas cosas que ahora se han vuelto un lujo, así que los adultos comemos suero», dijo Suárez.
Para los guaros cada vez se ve más limitado su poder adquisitivo, a los compradores les toca recorrer varios comercios para poder comprar un poco de mortadela o un pedazo de queso.
«Hay que caminar bastante, a veces se consigue mortadela que no es muy sabrosa, pero es menos cara que comprar jamón», manifestó Roberto Morillo, quien sólo vive de su pensión y de lo poco que lo pueden ayudar sus hijos para los gastos de su alimentación que es bastante costosa.
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