Ágatha Reyes | LA PRENSA.- Llegan a las vitrinas y se van. Así se la pasan los guaros en los centros comerciales cuando intentan comprar un teléfono celular nuevo. Y es que los precios están cada vez más altos lo que imposibilita que un ciudadano con un salario mínimo integral pueda adquirirlos, por lo que muchos prefieren quedarse sin celulares o desempolvar los de vieja generación para al menos recibir llamadas.
Un teléfono inteligente puede llegar a costar hasta mil 576 millones de bolívares lo que equivale a 617 salarios integrales actuales (Bs. 2.555.500), cifra a la que un trabajador común no puede alcanzar.
Marcos González, se desempeña como comerciante y menciona que a pesar de tener buenas ventas no puede comprar ni siquiera un celular común pues estos ya superan los 60 millones de bolívares. “Yo prefiero comprar la comida del día que dar tanto dinero por un celular que me lo pueden robar al cruzar a calle”.
Relata que ante la dificultad de compra de equipos telefónicos ahora hay una nueva característica y es que en muchos hogares ya no existen teléfonos particulares sino “familiares”, es decir, que para un mismo núcleo familiar hay un sólo equipo móvil “toca rotarlo y prestarlo para poder comunicarnos” dijo González.
Caso que se repite en más de una casa, pues la galopante inflación recorta cada vez más el presupuesto de un trabajador que debe decidir entre actualizar su equipo de comunicaciones o cubrir los gastos de servicio y alimentación de su casa.
Sale reparación
“Prefiero llevarlo al doctor”, dijo de forma jocosa Sobella Castro, al referirse a que le sale más económico reparar su equipo celular, pues explica que actualizarle el software o reparar el audífono de un teléfono le
puede costar hasta un millón 500 mil bolívares, que al compararlo con los 70 millones de un equipo nuevo se ahorra una platica.
“Si se me daña y no tiene remedio me quedo sin nada”, soltó mientras sonreía alegando que las prioridades para la gente han cambiado. “Antes uno estaba pendiente de cambiar de teléfono porque se podía, pero ahora uno está pendiente de las colas, de buscar la comida del día a día”.
Explica que la crisis económica que ahora enfrentan los venezolanos está llevando al país a un atraso en materia de tecnología, pues el poco poder adquisitivo del ciudadano de a pie no permite invertir en nuevos equipos.
“Seguramente ni computadoras para que los chamos estudien se puede comprar”.