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Carlos Cruz Diez y el «Monumento al Sol Naciente»: la historia detrás del ícono de Barquisimeto

La capital larense se enorgullece de albergar una de las obras más emblemáticas y de mayor escala del reconocido maestro del arte cinético, Carlos Cruz-Diez: la majestuosa «Cromoestructura Radial Homenaje al Sol». Este imponente monumento, familiarmente conocido como el «Monumento al Sol Naciente», no solo rinde un tributo visual a los vibrantes y afamados crepúsculos larenses, sino que también se ha erigido como un símbolo inconfundible de la identidad cultural y el dinamismo de Barquisimeto. Su concepción, inspirada por la fascinación de Cruz-Diez por el sol, fuente de vida y color, lo convierte en una experiencia visual que trasciende lo ordinario.

La génesis de esta monumental creación óptico-cinética fue el resultado de una iniciativa visionaria del Concejo Municipal de Iribarren, bajo la presidencia del ingeniero civil Omar Montero Alvarado. Montero, un destacado gestor que contribuyó significativamente al desarrollo de la capital larense, buscó dotar a la ciudad de una obra artística representativa de la más alta calidad. Tras establecer contacto con el afamado artista, quien se encontraba en la cúspide de su carrera global y cuyas obras ya adornaban los museos más importantes a nivel internacional, Cruz-Diez visitó Barquisimeto en 1980. Fue durante esta visita de tres días que, cautivado por la espectacularidad de los atardeceres larenses observados desde las alturas del entonces edificio más alto de la ciudad, Seguros Lara (hoy Hotel Los Leones), el maestro seleccionó estratégicamente la redoma Las Trinitarias (hoy rodeada por el Complejo Ferial Bicentenario y el Parque del Este) como el emplazamiento ideal para su obra.

La materialización de un proyecto de tal envergadura no estuvo exenta de desafíos. La vasta escala de la obra y la necesidad de recursos significativos, sumado a la necesidad de reubicar un monumento preexistente, llevaron a la solicitud de apoyo financiero al entonces presidente de la República, Luis Herrera Campins. Reconociendo el valor cultural del proyecto y su particular aprecio por Barquisimeto, el presidente accedió a respaldar la iniciativa con fondos nacionales. Esto permitió iniciar la construcción de las robustas bases que hoy sostienen los 32 paneles de acero. Estas estructuras, elaboradas meticulosamente en París, Francia, y posteriormente trasladadas a Venezuela, componen esta sinfonía de color y movimiento. Los paneles, dispuestos con una precisión que inclina cada uno 18 grados y pintados con 14 líneas yuctapuestas de colores específicos (azules, verdes, ocres y negros), están diseñados para interactuar con la luz del día, ofreciendo al espectador una experiencia visual dinámica que evoca las tonalidades cambiantes de los crepúsculos larenses, una de las mayores musas de Cruz-Diez.

El legado de Carlos Cruz Diez

La «Cromoestructura Radial Homenaje al Sol» es más que una escultura; es una declaración artística que invita a la participación activa del espectador, convirtiéndolo en coautor de la experiencia visual. Al circular alrededor de la redoma, a pesar de los años y el desgaste natural, se perciben vibraciones y una «sinfonía de color» que transforma la percepción. Este monumento no solo da una bienvenida vibrante a los visitantes que llegan a Barquisimeto, sino que también despide con majestuosidad a quienes parten, consolidándose como un punto de referencia cultural, un ícono regional y, en esencia, un museo al aire libre que desafía el paso del tiempo.

El legado de Carlos Cruz-Diez, maestro indiscutible del color y figura central del arte contemporáneo, se extiende mucho más allá de esta obra monumental. Su incansable investigación, que encontró el punto de coincidencia entre el arte y la ciencia durante más de siete décadas, sobre la fenomenología del color y su innovador concepto del «Color Aditivo» (donde el color se percibe sin soporte físico), revolucionaron la comprensión artística del siglo XX. Sus ocho ejes de investigación sobre la luz y el color son hoy material de estudio en las universidades más prestigiosas del mundo. Su visión de un arte integrado en la arquitectura y los espacios públicos, buscando la participación del público en la calle, como la icónica «Cromointerferencia de Color Aditivo» del Aeropuerto Internacional Simón Bolívar en Maiquetía, continúa siendo preservada y expandida globalmente por su familia, a través de la Fundación Taller Cruz-Diez. Esto asegura que su profunda influencia perdure y que su arte siga provocando emociones y reflexiones en futuras generaciones, consolidando su estatus como uno de los grandes pensadores del arte moderno.

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Ana Uzcátegui

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