Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Los textos escolares son los más buscados, por la perenne necesidad de la formación educativa, pero ahora retumba la denuncia por mayor incidencia de la piratería, al punto de imprimirlos de fotocopias, al escanearlos y hasta con la ausencia de varias hojas. Así lo expresa Julio Mazparrote, presidente de la Cámara Venezolana del Libro, quien llama a elaborar una campaña para frenar este delito y a la conciencia de la población que los apoya al comprar los ejemplares, sólo por buscar una supuesta economía.
Este llamado lo realiza a unos dos meses para finalizar el año escolar y el inicio del periodo de compra de útiles escolares. Repudia el plagio de libros que terminan fotocopiados, incluso desde imprentas clandestinas y con el ingenio en el diseño, para engañar como si se tratara de una obra original. Pero cuando se detalla a lo interno, la sorpresa es que se consiguen varias hojas o capítulos completos con la imagen borrosa, obligando a mayor esfuerzo para la lectura.
«Es crear conciencia, que copiar un libro es un delito», precisa de una campaña que incluya el grado de responsabilidad de las personas que los compran, para aupar inocentemente este tipo de prácticas. Señala que se trata de un grave daño que se realiza al sector del libro. De hecho, de imprimir hasta 10 mil ejemplares originales, en la actualidad los tirajes oscilan entre mil y dos mil ejemplares.
También reconoce lo difícil de determinar en porcentaje los daños, porque solo conocen de piratas del libro en la región central, en Distrito Capital y Maracay. Repudian los centros de fotocopiado de dedicados a la piratería.
Macrina Ramírez, desde la Asociación de Escritores de Lara (Asela), manifiesta que este mundo de la piratería, también se encuentran expuesto en las redes sociales. Una vía para difundir los plagios, sin cumplimiento de los trámites para la publicación de alguna obra. Uno de los controles que antes se realizaba, era que se debía acudir a Caracas para formalizar la edición de un texto, cumplir con el depósito legal, y que se simplificó, al tener a la biblioteca pública local como uno de los centros para agilizar ese proceso que protege el derecho de autor.
Precisa Ramírez que los escritores rechazan la violación al patrimonio intelectual, considerando que todo plagio implica un daño emocional, más allá del procedimiento legal. «Uno se cultiva desde lo intelectual, madurando desde la historia y cultivando un estilo propio«, un proceso de producción literaria que se prolonga durante toda la vida.