miércoles, 6 noviembre 2024
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Calles y comercios se convierten en potentes focos de contagio

Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.- Aunque Venezuela superó el pico de los mil contagios diarios de COVID-19, las calles de Barquisimeto reflejan todo menos prevención. Las colas se han desatado no sólo en estaciones de servicio por la escasez de gasolina, también se registran en bancos, abastos de alimentos, tiendas de repuestos electrodomésticos, paradas de transporte público y hasta en locales de accesorios para celulares. «La nueva normalidad» trae consigo el colapso de la paciencia de los ciudadanos y el deterioro de su calidad de vida.

Los que más sufren son los abuelos. Rosa Cortés es pensionada y desde el domingo hasta el martes esperó para ser atendida en el Banco Bicentenario de la avenida Bracamonte, su intención era solicitar una tarjeta de débito que le permitiera cobrar su pensión que no ha podido sacar desde febrero. «Tardé 48 horas en cola por la lentitud con la que trabajan, esto es inhumano», exclamó. En su cara se marcaban las ojeras por haber pasado las noches en vela y tener en el estómago tan sólo un cambur y una mandarina que le dieron en el banco.

En los negocios chinos del mercado El Manteco, las aglomeraciones son una constante. Albi Garrido pasó toda una mañana visitando los comercios que ofertaban los alimentos más económicos, esos en donde la harina precocida no llegaba a los 300 mil bolívares eran los que tenían más gente. «Hay que hacer tres colas, una para ingresar donde tardé 20 minutos, otra para solicitar el producto y la otra para pagar. Al entrar te echan alcohol en las manos y te exigen el uso del tapaboca, pero adentro hay más de 50 personas amontonadas», relató.

Tiendas que venden resistencias y termostatos para cocinas eléctricas, además de bombillos ahorradores también son las que tienen más colas. Carlos Jiménez, contó que tardó dos horas en fila para ser atendido. «La gente viene a este chino de la carrera 21 con 34 porque uno se puede ahorrar hasta 100 mil bolívares en comparación a otros comercios», alegó.

Las paradas de transporte público también están abarrotadas, pero en horas específicas. A partir de las siete de la mañana y al mediodía es donde hay más gente. Óscar Moreno, de 75 años esperó por tres horas y media un Transbarca que lo llevara de la avenida Libertador hasta la estación Las Trinitarias al este. «A veces se puede pedir cola, pero la realidad es que hay muy poco transporte laborando y a veces toca caminar cuando uno se cansa de perder el tiempo», comentó.

Algunos ciudadanos para calmar el hambre mientras están en cola tratan de comer cambures, mandarinas y tostones, son los productos más económicos que venden los comerciantes informales que tratan de sacarle provecho a las kilométricas filas de personas en las afueras de los establecimientos. En los bancos los adultos mayores descansan en las aceras y hasta pernoctan en la calle sobre cartones.

Tanto industriales como comerciantes han solicitado al gobierno que se extienda la flexibilización de la cuarentena por más días para ir activando progresivamente el aparato productivo del país y poder garantizar el pago salarial de los empleos formales, pero sostienen que los empresarios deben acatar las medidas de prevención aprobadas por la Organización Mundial de la Salud, como el control del aforo en los establecimientos, limpieza permanente con cloro y jabón en las instalaciones, uso obligatorio de mascarilla y toma de la temperatura al ingresar.

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