La historia del Colegio Rioclaro, que comenzó el martes 16 de septiembre de 1975, se enriquece en el largo trecho de cinco décadas de trabajo permanente. Hasta este 2025 han egresado 46 promociones, sus directivos se muestran orgullosos porque entre un 80 a 90% de los alumnos crecieron allí, desde primaria hasta graduarse como bachilleres de alto rendimiento académico y riqueza espiritual. Son talentos tan calificados, que alrededor del 30% continúa su profesionalización en prestigiosas universidades de Estados Unidos y España, así como a nivel nacional.
Es parte del resultado de la apasionante travesía emprendida por los padres de estudiantes Alfredo Pérez Febres, Abelardo Riera Zubillaga y José “Pepe” Serra. Fueron varios meses de presión y confianza familiar, con energías tan positivas que permitieron adecuar la amplia carretera polvorienta en el camino de acceso al primer grupo fundador de alumnos, al transformar la antigua Hacienda Trinitarias en el colegio que identificaron como Rioclaro. Se inspiraron en las montañas del pueblo del mismo nombre del municipio Iribarren, porque tuvo peso el sentido de pertenencia con este pintoresco lugar, despertando infinidad de emociones en este ambiente fresco a las afueras de Barquisimeto, para esa época.
Fue propicio el escenario campestre que ya no tenía vacas ni abrevadero, para crear jardines tupidos de matices verdes que el señor “Morocho” —llamado así cariñosamente— se encargó de mantener durante varios años. También “Cheíto”, otro señor de mantenimiento, ayudó a dar forma a una encantadora laguna, como uno de los principales atractivos con la imagen de la Virgen María, en mármol blanco italiano.
Cuando se ingresa al colegio Rioclaro en la actualidad, se descubre que tras el inmenso portón principal se mantiene la esencia del campo que permite respirar aire puro. El verde de la grama se extiende por el suelo, mientras los frondosos árboles y llamativas enredaderas desvían las miradas hacia lo alto, convidando a disfrutar de la inmensidad del cielo y hasta apreciar la danza de las aves. Es la riqueza en la flora que termina siendo cómplice de los niños que disfrutan del contacto con la naturaleza y suelen verse animados jugando metras, aprovechando el tiempo de receso.
Hoy atienden a una matrícula de casi 550 alumnos, quienes están distribuidos en una construcción al estilo modular de 22 aulas, las cuales generalmente tienen visible las normas para mantener el orden y diversas frases de motivación o crecimiento personal. Cuentan con un salón para música, así como laboratorios de informática, física, química y biología. Además de amplios pasillos que se alternan con caminerías, donde se aprecia la energía de alumnos en momentos de esparcimiento. Algunos prefieren estar al aire libre, sentándose en el área cercana a la laguna o recostados en tallos de frondosos árboles.
También disponen de un oratorio para el encuentro con Dios y la posibilidad para oficiar misas. Mientras que los más atléticos cuentan con tres áreas para los encuentros deportivos con canchas para baloncesto, fútbol y un campo para béisbol. Y es que el club deportivo de este colegio cuenta con 17 entrenadores en las disciplinas de fútbol, baloncesto, béisbol, atletismo y ajedrez.
Eduardo González Quintero es el director general del colegio Rioclaro desde hace 21 años. Precisa que a primera hora, los estudiantes están en formación, respetando el uso adecuado del uniforme, zapatos limpios, cuidado de la imagen e higiene personal, además de la puntualidad, norma indispensable que marca la responsabilidad del individuo desde los primeros años de vida. A las 7:00 a.m. entonan el himno nacional y luego se disponen a recibir clases.
El cuerpo docente es cuidadosamente seleccionado, lo integran profesionales con un perfil actualizado. Es un equipo multidisciplinario que además de los 17 entrenadores del club deportivo, se le suman 68 profesores, correspondiendo 31 para primaria, 24 en bachillerato y 13 en orientación.
El principio de formación integral también contempla la oportunidad de formar parte del club musical, donde aprenden cuatro, canto, guitarra y piano. Mientras que en el Modelo de Naciones Unidas (MNU) se plantean debates en torno a temas relevantes, como si se tratara de representantes de varios países. Además, ofrecen la posibilidad de reforzar habilidades en la ciencia con la disciplina y entrenamiento del Club de Matemáticas, siempre animándolos a prepararse y participar en las olimpiadas regionales, nacionales e internacionales. Tienen la misma dinámica con el Club de Informática y de Robótica, para acercarlos a las nuevas tecnologías.
Cuidan cada detalle, algunos grados están dotados con un docente integral y otro auxiliar, para satisfacer las necesidades de un sistema educativo de calidad. Cuentan con la ventaja de conocer a cada uno de los estudiantes para suministrarles las debidas herramientas para el aprendizaje.
Es parte de la atención pormenorizada, considerando la evaluación de cada uno de los escenarios pedagógicos. Con esta visión integradora, aseguran una enseñanza diferente en la que identifican el ritmo de aprendizaje y potencial de cada alumno, bajo el entendido de todas las capacidades que se pueden aprovechar.
“Los colegios debemos servir mejor y de manera más holística”, cita González de la evaluación de lo que se hace en el aula para alcanzar experiencias exitosas que motivan a seguir apostando al talento de estos niños y adolescentes.
El colegio Rioclaro tiene las puertas abiertas para incluir a quienes presentan ciertas dificultades de aprendizaje o con el diagnóstico de algún trastorno o condición. Siempre trabajan por las victorias y las celebran junto a las familias.
Se ocupan de la inclusión y el personal docente se capacita en el programa “Estrategias de atención a la diversidad en el aula” del Centro de Estudios para la Discapacidad (Cedisc) de la Universidad Monteávila. Es impartido por su coordinadora académica, Tibaire Labrador. Los profesores son preparados por cohortes, con la posibilidad de optar a un diplomado en el área. Son docentes que saben identificar la diversidad y desarrollan las estrategias para alumnos con dificultad de aprendizaje.
Ayudan a impulsar el rendimiento escolar, sin alterar sus ritmos y adecuando la enseñanza a un abordaje de manera distinta, en función del respeto de las particularidades de cada caso. Se valen de la adaptación curricular y atención del psicólogo, neuropediatra, psicopedagogo o determinados terapeutas.
Siempre apuestan por la superación de las adversidades, los correctivos y se concentra en el trabajo en equipo, para que todo transcurra con normalidad y asegurar el alcance de los objetivos propuestos con la madurez, inteligencia y sensibilidad del estudiante.
Les queda la satisfacción de haber canalizado el potencial del estudiante, pese a cualquier diagnóstico, con todos los recursos lúdicos e interactivos necesarios. No es simplemente preocuparse por el cumplimiento de los lapsos académicos y que se gradúen del colegio Rioclaro, sino comprobar que el estudiante vivió y disfrutó su proceso de aprendizaje, con las ambiciones de continuar sus estudios universitarios y ser un excelente profesional.
“Estamos formando hombres integrales, somos sujetos de crecimiento, tal como pasa en la familia”, señala Pérez Febres del empeño por educar para la vida, de hombres libres que saben elegir para bien y en función de sus posibilidades personales. Siempre destacando el valor cristiano concebido por la sensibilidad humana y la espiritualidad, con respeto a las religiones. No se limitan a exaltar los principios católicos, destacan la piedad de Dios de la comunidad estudiantil mixta entre musulmanes, hebreos, cristianos y otros.
No aceptan alumnos, sino a una familia, es una de las aclaratorias de González. Precisa que la multitud les impediría el contacto directo y personalizado con los niños o adolescentes. De allí el estimado de 22 a 25 alumnos por aula. Conocen a los estudiantes, saben cómo impulsar su rendimiento académico, porque hasta los directivos tienen vinculación directa con ellos.
El protocolo de admisión cuida los mínimos detalles con las entrevistas previas. Los padres son atendidos de acuerdo a las citas, se escuchan las inquietudes y particularidades de cada caso.
González se reúne con ellos, les informan las normas y la importancia que dan a sus hijos. Se conocen sin poses ni filtros. Les hacen el recorrido por las instalaciones no sólo cómodas, sino con espacios acordes para el desarrollo de habilidades y alternativas para administrar el tiempo de ocio.
Cuando la familia conoce la esencia del Colegio Rioclaro, se compromete a seguir siendo la mejor referencia en cortesía, responsabilidad y demás valores de ciudadanía.
González confiesa que lo más importante es el primer contacto con el estudiante, quien suele ser niño o adolescente noble. “Nos enorgullece que entre 80 a 90% crecieron acá”, hasta culminar bachillerato. El sentido de libertad les imprime independencia, sin miedos de cubrir las exigencias en reconocidas casas de estudios superiores del país, como la UCLA, UCV, Universidad Metropolitana y UCAB de Caracas, entre otras. Mientras que alrededor del 30% se va a formarse en EE. UU. y España, como en Harvard, Universidad Americana de Washington y Universidad Carlos III de Madrid.
Pero no sólo se trata de cumplir con la exigencia académica, para lo cual están bien preparados, sino que desarrollan tal grado de independencia que les permite la fácil adaptación al establecerse fuera del hogar y de la ciudad.
Asumen la autonomía para continuar su preparación en otras latitudes, con una sólida formación académica.
Son generaciones rioclarenses que aprendieron a respetar en cualquier circunstancia, incluso a su oponente, sin necesidad de caer en confrontaciones. Tal principio les permitió el crecimiento personal, llevando arraigado el verdadero sentido de la piedad que les fue inculcado sin limitarse a determinada creencia religiosa, sino al concepto universal de la vida del hombre piadoso, fiel a la misericordia de Dios y sin indiferencia ante el prójimo.
Es parte de la humildad que los hace temerosos de Dios, con un corazón noble y sensibilidad humana. Tienen el impulso de propiciar la necesaria convivencia, sin limitarla al hogar, sino también a la interacción diaria en el salón de clases, para tener como carta de presentación la cordialidad, solidaridad, honestidad y demás virtudes.
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