Ana León | LA PRENSA.- Es un día ordinario en Barquisimeto. Pasadas las 08:00 pm la ciudad vive una tensa calma por las protestas en diferentes sectores. Sale una ambulancia del Hospital Central a atender a un herido y al llegar a las inmediaciones de la urbanización Sucre, par de encapuchados le hacen señas al chofer y paramédico que andan en la unidad.
“Por favor pana ábrenos la puerta de la cabina para verificar que no llevas guardias”, pide uno de los encapuchados a quienes van en la parte del frente de la ambulancia. La razón es sencilla: ya los encapuchados en protestas no confían ni en las ambulancias porque, según reveló un paramédico que no quiso dar su nombre, “en más de una ocasión han llegado ambulancias de los CDI o de centros de salud nacionales con GNB y colectivos en las cabinas para arremeter en las protestas”.
Para choferes de ambulancias la crisis política se ha convertido en un juego de azar. Algunos hacen su trabajo por las vías regulares y otros simplemente se desvían en zonas como Club Hípico Las Trinitarias y Cabudare, pues les ha tocado “recibir piedrazos y amenazas de los manifestantes o balas y amenazas de colectivos y guardias”.
A pesar del riesgo que presenta salir en la noche o pasar por las zonas de barricadas durante las acciones de protesta, los choferes, paramédicos y enfermeros que laboran en las ambulancias tienen un objetivo: ayudar a todo el que lo necesite en los momentos de crisis. En más de una ocasión les ha tocado ver cara a cara los conflictos, pero eso no los desanima.