Cristina Linárez | LA PRENSA.- En al menos un 70% ha bajado la actividad buhoneril en el mercado San Juan, cuyos comerciantes, que solían congestionar todas las carreras desde la 13 hasta la 19 por la calle 37, ahora se ven uno que otro en una cuadra completa.
Buhoneros aseguran que el bajón de comerciantes se debe a la crisis, la falta de clientes y el alto costo de la mercancía, lo que ha obligado a muchos trabajadores de la economía informal a migrar a otros tipos de comercio y abandonar el mercado municipal que durante décadas ha sido el más visitado por los larenses.
Vendedores que tienen más de 60 años en el mercado recuerdan que el San Juan arrancó en la carrera 13 con calle 46. Con los años se fue expandiendo, llenándose de tarantines desde la carrera 13 hasta la 19, y desde la calle 46 hasta la 35, pero desde hace tres años muchos de los vendedores no volvieron y algunas calles ya están vacías.
“Esto era el megamercado, donde se conseguía de todo y mucha gente no pelaba un domingo para venir a comprar, pero ahora son pocos los que vienen tanto a vender como a comprar”, expresó Ramón Carrillo, uno de los vendedores del mercado.
Comenta que ahora ningún sector se ha logrado escapar de la inflación en el costo de los productos. Y para los comerciantes cada vez es más difícil conseguir todo el dinero para comprar algo y ponerlo a la venta.
Luis Ramírez, un buhonero, aseguró que quienes venden comida son los que mantienen sus ventas, y en ocasiones les va bien a las personas que llegan al mercado para vender chatarra o ropa usada.
Sin embargo, los que venden ropa, zapatos, accesorios y demás, hay días que se van con las manos vacías.
Tienen tranquilidad
El que no haya tantos vendedores como años atrás le ha generado más tranquilidad y comodidad a los habitantes que por varios años vivieron con sus casas rodeadas de tarantines que a veces hasta impedían el acceso a sus viviendas.
Mirian Jiménez, una de las consultadas y habitante de la carrera 15 con calle 38 desde hace 54 años, expresa que el mercado no es ni la sombra de lo que era antes.
“Habían casas completamente rodeadas de tarantines que hasta no dejaban salir a la gente porque bloqueaban puertas y portones de las viviendas, a pesar que tenían el cartel que decía que no obstaculizaran el paso”, precisó.
Sin embargo, agregó que desde que se crearon los consejos comunales, en varias calles comenzaron a poner orden y no dejaban que los vendedores del mercado se adueñaran de las mismas. “Ellos no dejaban que marcaran los puestos en las calles, y esto fue de beneficio para nosotros”, dijo.
Comenta que el bululú en el mercado se presta para que se den muchos robos, y mientras el despelote no esté cerca de la casa, mejor.
Algunos de los habitantes que aún siguen teniendo el mercado frente a sus hogares han puesto especie de barreras con tubos y cuerdas para que los vendedores no coloquen sus tarantines allí y no obstaculicen el paso.
Los conductores también aseguran que por una parte es mejor que haya más calles disponibles para el descongestionamiento del tráfico en el centro, debido que cuando estaban más full de vendedores se generaba mayor colapso en las otras calles, sobre todo en las horas pico, como 12:00 del mediodía y a las 6:00 de la tarde.