En hombros de los fieles el resucitado recorrió calles del centro de Barquisimeto
Jhonny Pérez | LA PRENSA DE LARA.- La alegría se apoderó de quienes profesan la fe católica y que se apostaron en la Catedral de Barquisimeto para celebrar el día de la resurrección del Señor y dar entrada a la cincuentena pascual, luego de haber vivido los misterios de la pasión y muerte de Jesucristo.
El presbítero, Badoglio Durán, párroco de la Catedral, enfatizó que «la alegría de la resurrección debe inundar los corazones de todo aquel que dice ser cristiano, pese a las adversidades de la vida misma, ya que el devoto debe permanecer siempre alegre porque Cristo no resucitó para andar en medio de un pueblo triste».
Durán sostuvo, además que el mensaje central de la iglesia para los días de la Pascua será el anuncio de la alegría que da la resurrección a aquel que ama a Dios.
Procesión
Una vez concluida la misa en la iglesia San José, los feligreses llevaron en hombros a la imagen de Jesucristo resucitado por las calles aledañas al templo, acompañado de cantos y aplausos que indicaban la resurrección del Señor. Personas de todas las edades se sumaron a la procesión, mientras agradecían el acto redentor que Jesús ha tenido con la humanidad, y que a su vez seguían implorando por la paz y la reconciliación de todos los pueblos.
Marlene de Pérez, asistente a la misa y procesión, expuso que este es un día de mucha alegría y regocijo, pues a pesar de que se tiene noción de que Jesús ya resucitó, la conmemoración de este misterio le invita a albergar en lo más profundo de su corazón al Señor Jesucristo.
Francis Pacheco, feligrés, resaltó que era un día de total agradecimiento a Dios por lo bueno y lo malo que pueda acontecer en la vida diaria, pues a su criterio, todo es permitido por Él para el bien de las almas.
Bendición papal
El papa Francisco impartió la bendición urbi et orbi desde el balcón de El Vaticano, destacando en el mensaje que «Jesucristo ha resucitado, y sólo Él es capaz de quitar las piedras que cierran el camino hacia la vida. Más aún, Él mismo, el viviente, es el camino; el camino de la vida, de la paz, de la reconciliación, de la fraternidad».