Osman Rojas | LA PRENSA.- Un pedazo de trapo sucio y viejo es utilizado como coleto por las camilleras que trabajan en el segundo piso del Hospital Pediátrico Agustín Zubillaga de Barquisimeto. Al observar el trapeador las personas tienen la sensación de que el coleto fue sacado de un contenedor de basura; sin embargo, el retazo de tela amarillo es atesorado por las trabajadores del centro infantil que aseguran no tener otra cosa para limpiar los pasillos y quirófanos en la institución.
“Si esto se pierde no pasamos más coleto”, dice una de las trabajadoras de la institución mientras sostiene, sin ningún tipo de protección en las manos, la punta del trapeador. La mujer, que por seguridad no reveló su nombre, confiesa que el pediátrico entrega coletos una vez cada dos meses. Cloro, jabón, desinfectantes, tapabocas y bolsas de basura también escasean en la institución.
“Todos los días pasamos un coleto, pero el piso queda igual de sucio”. La aseveración la hace otra de las empleadas del Agustín Zubillaga que considera que la contaminación del pediátrico se debe a las precarias condiciones en las que trabaja el personal de limpieza. “Hay días en los que lavamos sólo con agua”, lamenta la informante.
La confesión de estas dos empleadas confirman lo que, desde el pasado mes de junio, diversas organizaciones no gubernamentales vienen denunciando y es que, la bacteria Serratia marcescens (infección que aparentemente acabó con la vida de 13 infantes en Lara) está alojada en las instalaciones del pediátrico porque las medidas de higiene no se cumplen dentro de la institución.
Según las normas establecidas por la Organización Mundial para la Salud (OMS), los centros hospitalarios deben ser limpiados con cloro al 10% y jabón al menos dos veces al día. Esta regla no se cumple dentro del pediátrico pues cloro no hay y el jabón llega sólo cuando algún familiar lo dona. “Nos entregan amoníaco (componente químico utilizado en la elaboración de muchos productos de limpieza), pero no es lo mismo”, dicen las empleadas.
Otra de las normativas incumplidas por la institución es la nula esterilización de implementos médicos. Los estándares de la OMS indican que, cada 24 horas, los instrumentos de consultas deben ser descontaminados; sin embargo, dentro del centro infantil pasan semanas sin esterilizar los materiales utilizados.
Grethna El Alabi, presidenta de la Fundación Madres y Padres por los Niños en Venezuela (Mapani), denuncia estas irregularidades y lamenta las precarias condiciones higiénicas con las que deben lidiar los pacientes hospitalizados. “Lo que pasa en el pediátrico da ganas de llorar. Es necesario que las autoridades tomen cartas en el asunto porque los niños se siguen muriendo”, suelta indignada.
Aparentemente el problema de la limpieza en el Hospital Pediátrico obedece a un tema presupuestario. Comprar jabón, cloro o material desechable (guantes, tapaboca o bolsas) cuesta mucho dinero y, según pudo conocer La Prensa, el presupuesto de la institución se acabó el pasado mes de marzo.
Desde entonces la institución depende de créditos adicionales y aportes que realiza la Gobernación del estado; no obstante, los recursos aprobados por las entidades gubernamentales son destinados, por lo general, a la reparación de equipos médicos.