Jesús Alí Oviedo | LA PRENSA.- El “bachaqueo” de medicinas, a diferencia del alimenticio, se hace entre señas, llamadas telefónicas y transacciones sólo en efectivo, es decir, desde que el comprador pide el producto hasta que se lo entrega es un misterio.
En las adyacencias de los principales centros de salud de Barquisimeto operan desde buhoneros y particulares que se dedican a la reventa de fármacos e insumos médicos. Los familiares que tienen pacientes internados tanto en el Hospital Central Antonio María Pineda, como en el IVSS Pastor Oropeza comentan que, constantemente, tienen que comprarle a “bachaqueros” porque en ningún lugar consiguen algunas de las medicinas que los doctores mandan, sobre todo los antibióticos.
Pero la venta no es llegar hasta el sitio donde hay un muestrario en una mesa, pedir y pagar como se puede adquirir una harina precocida o un kilo de pasta.
El “modus operandi” de la medicina varía, pero todas coinciden en el silencio, la extrema prudencia y que hay varias personas involucradas. El señor José Torres cuenta que buscaba Bactrocyl -un antibiótico que sólo viene en solución y se administra por vía intravenosa- para su padre que se encontraba hospitalizado, por lo que hizo un recorrido de farmacias pero no encontró, aunque en una de éstas le comentaron que preguntará en las afueras de los hospitales.
Torres explica que inició por el hospital central, donde le preguntó a un empleado en Emergencia si sabía cómo se podía hallar el antibiótico. El hombre lo mandó a averiguar en un tarantín cerca del estacionamiento donde alquilan teléfonos. Al acercarse, lo atendió un hombre quien le indicó que se lo conseguiría por Bs. 25 mil y que obligatoriamente debería pagarlo en efectivo.
«Yo me quedé sorprendido por el precio, pero no tenía otra opción, nada más le dije al tipo que quería ver el remedio y me respondió que me esperara», soltó.
Torres relata que el vendedor llamó por teléfono ordenando que le trajeran mercancía; mientras esperaba llegó un motorizado con un paquete cubierto por plástico negro, que luego de ponerlo en la mesa, se marchó sin decir una palabra, el minutero lo agarró, pidió la plata, contó y lo entregó.
Al momento, el señor abrió el envoltorio y era el Bactrocyl, que cuesta originalmente Bs. 13 mil. Las redes de “bachaqueros” también revenden materiales de laboratorio e algunos insumos quirúrgicos. Torres relata que los médicos le realizarían a su papá una punción, pero no había el tubo de ensayo para colectar la muestra.
Para conseguirlo, empleó la misma estrategia que para el antibiótico, aunque en este caso lo encontró afuera del Pastor Oropeza con una vendedora de chucherías, quien se ausentó un momento de su puesto y cuando volvió traía el producto, por el cual cobró Bs. 21 mil, igual en efectivo.
Detalla Torres que los insumos para hacer biopsias, punciones y cultivos rondan los Bs. 8 mil.
Otros insumos que observó en esa venta informal fueron inyectadoras, guantes, adhesivos y gasas que no solo se revenden en el IVSS o en el Central pues también había cerca del ambulatorio de La Carucieña, pero los tienen escondidos en cajas, debajo de ropa o tapados con bolsas.
Se valen de todo
Además de las adyacencias de los hospitales y ambulatorios hay otros lugares donde aplican distintas “técnicas” para la venta ilegal de medicinas.
Tras varios recorridos que hizo el equipo de La Prensa por distintos sectores se conoció que trabajadores de las farmacias del centro de Barquisimeto recorren locales comerciales de la zona ofreciendo pastillas que generalmente escasean, especialmente de las requeridas por pacientes con las enfermedades crónicas.
Medicamentos como Ulgarin (protector gástrico), Alprazolam (ansiolitico), Fulgram (antibiótico) y antihipertensivos como Losartán y Valsartán es lo que más venden y con sobreprecio hasta del 200%, mientras que el Losartán vale Bs. 5 mil, lo venden en Bs. 25 mil.
El Fulgram para niños cuesta Bs. 4 mil 900 y este grupo de mujeres lo ofrecen en Bs. 35 mil. En cuanto al Alprazolam que está en Bs. 7 mil 600 lo ofertan en 40 mil bolívares.