Osman Rojas | La Prensa.- El pasado miércoles, Luisana Velásquez llevó a su niño al Hospital Pediátrico por un cuadro febril persistente. En un principio, Velásquez pensó que el chequeo sería de rutina, pero cuando pesaron al infante, un niño de ocho años, se dieron cuenta que pesaba 15 kilogramos, siete menos que el promedio normal para un niño de su edad.
“Vimos el peso y nos asombramos, porque mi hijo siempre ha comido de todo. Le dije al doctor que el niño había sufrido de diarrea y vómito, y me dijo que posiblemente era porque el estómago estaba rechazando la comida”, dijo Velásquez mientras fumaba un cigarrillo en el estacionamiento del Pediátrico.
Similar es la historia de Alexandra Rivera. Su hijo, un pequeño de cuatro años, presentó problemas de aprendizaje en la escuela y luego de ser evaluado por una enfermera en una jornada de salud, la madre se enteró que el pequeño estaba malnutrido.
Intentando encontrarle una explicación al problema de alimentación de su hijo, Rivera comenta que en su casa el mercado desapareció y que ahora compran lo que se consigue en la calle, algo que, según los especialistas, afectó directamente la salud del niño.
“En mi casa se dejó de comer pollo, carne y pescado porque todo está muy caro. Hace dos meses hicimos un sancocho de gallina criolla y eso porque mi papá me la regaló, pero en la casa la plata se va en arroz y pasta”, dice con tristeza Rivera.
Historias como estas se han vuelto frecuentes en los centros de salud públicos del estado. Aunque no se tienen registros oficiales (las cifras se totalizan de manera semestral), médicos del Hospital Pediátrico aseguran que de cada 10 niños que llegan para ser internados en la institución, al menos ocho presentan cuadros de malnutrición.
Jorge Gaiti, director del Agustín Zubillaga, explica que no es difícil darse cuenta del problema que hay con la alimentación de los infantes en la actualidad. Según el especialista, la escasez de alimentos en el mercado y los precios exagerados de los rubros con los bachaqueros son factores determinantes para que la población infantil se vea afectada.
“El sueldo de las personas no alcanza para comprar productos bachaqueados o hacer un buen mercado para alimentarse. Ahora mismo todos comemos es para matar el hambre y eso afecta la salud”, explicó Gaiti en días pasados.