Osman Rojas | LA PRENSA.- El 04 de diciembre, José Jiménez tomó a su esposa y a su hijo, un pequeño de 12 años de edad y se fue hasta Caracas. En la capital, al chamito le iban a realizar un trasplante de riñón, pero en vista de la escasez de inmunosupresores (medicamentos usados para que el organismo no rechace el riñón), los médicos decidieron suspender la intervención.
“Pensé que para Navidad mi hijo tendría su riñón y estaría feliz en casa”, lamenta el señor Jiménez, quien explicó en conversación telefónica con La Prensa que ahora mismo se encuentra haciendo los trámites para conseguir los medicamentos en países vecinos, como Colombia o Brasil.
Y es que el drama para los pacientes trasplantados pareciera no tener fin. En Lara hay 917 personas esperando para realizarse un trasplante, mientras que a nivel nacional la cifra asciende a 18 mil.
Jackeline Pérez, presidenta de la Asociación Venezolana para el Deporte y la Salud de los Trasplantados y en Situación de Trasplante (Avedestras), ha dicho en reiteradas ocasiones que el problema con los medicamentos inmunosupresores responde a un tema de importación.
“La gente se está muriendo y el Gobierno nacional necesita entender eso lo antes posible”, dijo Pérez visiblemente preocupada.