jueves, 21 noviembre 2024
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Antiguo oficio de aguateros vuelve ante la escasez de agua en Barquisimeto

Las continuas irregularidades en el suministro de agua en las comunidades han hecho que el oficio vuelva a hacerse presente.

Gran parte de sus 83 años ha practicado un oficio que marcó la vida de barquisimetanos durante siglos. Ernesto Álvarez trae a su memoria cuando comenzó a servir de aguatero en 1951, con 10 años de edad, cargando agua en envases para su hogar y para quien se lo solicitaba a cambio de algún producto alimenticio o una locha, moneda de 12 céntimos y medio de un bolívar.

«Antes había pozos de agua viva a los que uno se dirigía a las primeras horas de la mañana, los burros y mulas quedaban listos la noche anterior con tinajas, taparas y algunos pipotes que a nosotros como muchachitos nos tocaba llenar. Todos los días se hacía ese trabajo y así aprovechábamos de tener unas monedas, racimos de cambures, granos o cualquier otra cosa que los vecinos nos querían dar», decía Álvarez mientras llenaba dos bidones de 20 litros en la toma de agua que han ajustado los vecinos en el barrio La Pastora, en la parroquia Unión, en el oeste de la capital larense.

Sale a buscar agua con su carretilla hecha de forma artesanal, con piezas de otros objetos como las ruedas de un coche de bebé, las rejillas de una nevera que sirven de «espaldar» para sostener la carga y la base es una tablilla de madera. El señor Álvarez sube desde su residencia en la comunidad Andrés Castillo, también en la parroquia Unión, hasta La Pastora a las seis y media de la mañana. Va con sus dos bidones de 20 litros cada uno, ya que en la actualidad donde vive el agua por tuberías no llega con frecuencia y si lo hace no dura lo suficiente para llenar los recipientes en los hogares.

Aguateros un oficio antiquísimo

Declaraciones de representantes de la Asociación de Cronistas del estado Lara afirman que el oficio del aguatero es muy antiguo en la ciudad barquisimetana, pero que tomó fuerzas en el siglo XVII en tiempos de la colonia, cuando la servidumbre asistía a los pozos de agua que se ubicaban en lo que hoy son las principales plazas de Barquisimeto, como la plaza Bolívar, Miranda, La Mora y San José. También acudían a la naciente de agua o manantial de la montaña Santa Bárbara que aún se mantiene activa en la avenida Ribereña con calle 37.

Romel Escalona, presidente de la Asociación de Cronistas, explica que en Barquisimeto para la época los cursos de agua eran muy pocos, por lo que las personas excavaban en la tierra para encontrar el agua adaptando una bomba manual para succionar el líquido desde las profundidades de la tierra. Las bombas manuales inventadas en el siglo XV en Europa fueron traídas al país por los españoles.

«Generalmente, era un trabajo que realizaba la servidumbre de las familias adineradas de la ciudad y en los hogares pobres los más pequeños y adolescentes eran quienes lo hacían mientras la madre se encargaba del hogar y los hombres de la siembra. Las familias que no tenían muchachos pedían el favor a los vecinos y les retribuían el servicio con alimentos o una moneda», expuso Escalona.

El oficio de aguatero se transmitió de generación en generación y se igualaba a otros, como el sereno, que anunciaba la hora durante las noches, el panadero, el zapatero, pero el avance y desarrollo de la ciudad fueron mitigando la presencia de los cargadores de agua por la adaptación del servicio por tubería hasta los hogares y los pozos se fueron secando.

Aguateros reaparecen en crisis

Las continuas irregularidades en el suministro de agua en las comunidades han hecho que el oficio vuelva a hacerse presente, dirigiendo a los aguateros a las «tomas» informales en los tubos matrices y así aprovechar de lucrarse por el servicio a los vecinos.

«Nosotros sólo decimos colabóreme con lo que usted pueda, no tenemos una tarifa establecida porque cuando venimos a buscar agua lo hacemos para nuestro hogar y le cargamos a alguno de los vecinos», dijo Alejandro León, quien desde los 13 años ha prestado el servicio en el barrio El Carmen y hoy ya tiene 37.

«La gente me dice Alejandro, me quedé sin agua, ¿me cargas por favor de la toma que hay en el puente colgando que da hacia la Zona Industrial II?, y automáticamente lo hago y así les ayudo a ellos, pero también me ayudo y a mi pequeña familia», dijo León.

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