José Najul | LA PRENSA.- Durante los próximos siete días los polos políticos que imperan en la nación deberán demostrar las ganas de resolver el conflicto en el que está envuelta la nación de manera pacífica. Para hacerlo, tendrán que ejecutar hechos concretos.
El politólogo Ernesto Materán considera que, tanto el Gobierno como la oposición, tendrán que realizar gestos que pueden implicar costos políticos para las facciones más radicales de cada uno de ellos. Sin embargo, recalca que, hasta el momento, no han sido capaces de hacerlo. Ejemplifica con el caso del propio presidente Nicolás Maduro, quien, horas después de abrir la mesa exploratoria de diálogo, señaló a Voluntad Popular como una organización “terrorista”, a pesar de que había prometido, frente al Vaticano, “bajar el tono del discurso”.
Por parte de la oposición sigue habiendo grupos que desconfían de la mesa de diálogo, fundamentalmente por la presencia del Gobierno. Víctor Hugo Piña, secretario ejecutivo regional de VP, ha señalado que, mientras el chavismo no dé muestras concretas de estar dispuestos a conceder un cambio verdadero, no se sentarán.
Por su parte, Raimundo Vale, del PSUV de Lara, ha dicho que el movimiento rojo respalda irrestrictamente al presidente Nicolás Maduro en su llamado y que, en esta ocasión, es la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) la que tiene la oportunidad de alejarse de los radicalismo que, a su juicio, marcan sus acciones.
Cabe resaltar que, desde la MUD, están solicitando la liberación de los denominados “presos políticos”, el cumplimiento de un cronograma electoral que permita un cambio en el corto plazo (a través del referéndum revocatorio en el 2016 o de un adelanto de elecciones presidenciales para el primer semestre del 2017), y la renovación de instituciones como el Consejo Nacional Electoral (CNE).
El Gobierno no ha hecho exigencias concretas a la oposición, y es visto por éstos como un actor que estaría tratando de ganar más tiempo en el poder a través de este mecanismo.