Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Le cuesta agacharse y se sostiene del bastón para tomar comida de la basura, mientras en su morral lleva un machete y demás implementos para limpiar terrenos a cambio de algunos víveres. Es uno de los rostros de un hombre que envejece sin la dignidad del adulto mayor, mientras especialistas recalcan ese vacío de políticas de protección desde el Estado, dificultades para movilizarse, vivir entre el hambre, desnutrición y sin control médico. Carencias que se acentúan con más fuerza desde el abandono, a partir de lo insuficiente de la pensión y les niega una estabilidad emocional que martiriza la soledad.
Sin oportunidades para el trabajo porque luego de los 45 añ;os es difícil conseguir un empleo estable y considerados como la población que no es activa económicamente. Los reclamos son incalculables frente a ese ingreso por pensiones equivalentes al salario mínimo y que ni supera el equivalente a $30 mensual. No cuadra el presupuesto que apenas cubre los alimentos para una semana, mientras la mayoría soporta el peso del abandono de familiares que emigraron y hasta les dejan la responsabilidad de cuidadores de nietos, cuando se encuentran en una etapa de la vida que debería ser de tranquilidad y protección por sus seres cercanos junto a las políticas del Gobierno.
«Vivimos en un país de desprotección social generalizada y bajo la providencia que los socorre», lamenta el economista, Dilio Hernández y miembro del Centro de Investigaciones y Análisis Prospectivos (CIAP), al señ;alar que algunos adultos mayores quedan en la indigencia porque Venezuela a diferencia de otros países no amplía las oportunidades laborales y la política de protección social prácticamente se limita a la pensión que ni se acerca a la canasta básica. Tampoco con posibilidades de ahorro provisional, cuando el promedio de remesas no supera los $50 al mes.
Señ;ala que una familia debería sobrepasar los $450 y así asegurarles una atención integral que incluya la asistencia médica y recreación. «Ese ingreso por el Seguro Social no alcanza ni para una semana», precisa de esa vulnerabilidad entre el estimado de los cinco millones de pensionados, de los cuales un promedio inferior a los tres millones puedan tener alguna entrada por trabajar en un negocio familiar y aquellos no profesionales terminan rebuscándose en la buhonería, alguna ocupación informal y hasta en oficios forzados como albañ;ilería, jardinería o plomería. Lo más precario se nota en aquellos de manos sucias, de tanto rebuscar entre la basura.
«Se envejece sin dignidad, cuando se debería disfrutar de los hijos, nietos y de la sociedad», recalca Yudi Chaudary, doctora en Seguridad Social y directora del CIAP, al precisar que el país estaba acostumbrado a una población joven y trastocó la diáspora, pero se tiene a adultos mayores aislados por t
Una época que demanda atención y protección, sin la preocupación del día a día. Es una deuda que sigue latente con la responsabilidad de atención del Estado.
Se necesitan de mayores esfuerzos
Más allá de la pensión y la bolsa de alimentación, se tiene al Estado sin esfuerzos para recuperar geriátricos y sin la capacitación de funcionarios públicos. Así lo recalca Yudi Chaudary, doctora en Seguridad Social, acerca de las intenciones de las autoridades que deben ser permanentes.