Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- La edad es cada vez menor y es que los casos de adolescentes que caen en las drogas, ahora son a partir de los 14 añ;os. Por lo general, inician con el consumo de bebidas alcohólicas, tal como han percibido en el Proyecto Juvenil Misionero (PROJUMI), lo que los expone a graves consecuencias como convertirse en adictos que sufren la pérdida de la capacidad motora hasta conductas agresivas por lo que pueden atentar hasta contra la propia familia.
La discusión del tema trae varias aristas y es que se trata de intentos por llenar vacíos o de adaptación a un grupo. Una realidad que registra Gerardo Pastrán, titular de Projumi, cuando explica que de los 27 casos atendidos desde enero a abril de 2023, perciben la incidencia más temprana. Venían de una data que empezaba a los 16 añ;os y actualmente es desde los 14 añ;os en adelante. «La pandemia sirvió de atenuante, pero suelen llegar a la drogadicción, luego del alcohol y tabaquismo», lamenta de una amenaza que desconoce estatus sociales y tiene como protagonistas al «cripy», como marihuana procesada.
Cuando analiza las principales causas, cita en primer lugar a la curiosidad en la etapa de pubertad en la que ocurren tantos cambios. También han descubierto la influencia de amistades tóxicas, que asumen las drogas como modismo o que usan para intentar evadir un problema. Otro punto decisivo, es la condición de menores bajo el cuidado de abuelos o de cualquier otro familiar, en vista de la migración de sus padres. «Estamos frente a casas de bloques, de hogares vacíos», precisa sin entender esa forma de escape tan destructiva que buscan los jóvenes.
Recalca que pueden tener casos remitidos del Ministerio Público y que son pocos los voluntarios que llegan en busca de ayuda. Solo lo hacen, al experimentar que tocaron fondo o al sentirse presionados por estar al descubierto por la familia. Cada proceso lleva su determinado tiempo de recuperación, a partir de ocho meses, bajo orientación de un grupo multidisciplinario y en busca de la reinserción social.
El avance de la drogadicción comienza como una enfermedad y de no ser tratada, la adicción puede ser tan incontrolable, que la desesperación por conseguir la droga les lleva a robar pertenencias o artefactos del hogar, para poder conseguir la dosis de consumo.
Según el psiquiatra Marco Tulio Mendoza, las consecuencias de las drogas van directo a la pérdida de capacidad motora y de acuerdo al tipo, puede generar la sensación de adormecer al tratarse de marihuana. Pero las reacciones son contrarias con la cocaína, que suelen despertar más intensidad o energía, con riesgo de agresividad.
Las consecuencias van directo a la actividad cerebral y puede ser tan poderosa que se tendrá la sombra de recaídas. La droga activa los circuitos de placer del cerebro, con especial atención en sus neurotransmisores como la dopamina. Así se explica una de las raíces de la adicción puesto que mientras más se estimulen esas zonas de placer, se activa un apego que suele ser más difícil de superar.
«Las drogas se meten por las grietas de la conducta y condiciona un dañ;o mayor», advierte del efecto negativo que convierte a los jóvenes en esclavos sociales y con la capacidad de llegar a destruir a la familia, porque la arrastran en este problema de autodestrucción. Todo parte de las deficientes bases de una vida de valores, confianza familiar y la falta de anclaje en principios espirituales o religiosos.
Lo que más preocupa es la mayor exposición al entorno, con la incitación desde la música, películas y demás enlaces ocultos a ese mundo tan dañ;ino de las drogas.