Ana Uzcátegui | LA PRENSA DE LARA.- Según la Asociación de Trabajadores, Emprendedores y Microempresarios (Atraem), las cifras de personas que son autoempleadas en Venezuela, es decir, trabajan por su cuenta para ganarse la vida viene aumentando en los últimos tres años. Estudios señalan que son más de siete millones de personas, de los cuales unos tres millones han logrado crear pequeños negocios emprendedores, pero se mantienen en la informalidad.
Alfredo Padilla, director de Atraem, explica que hay dos razones que impulsan el autoempleo: la primera ha sido la contracción drástica que ha tenido la oferta de empleo formal en Venezuela. Cifras de Conindustria señalan que desde 1998 hasta 2020 cerraron 9.050 industrias. Solamente en el primer año de pandemia, 88 empresas de manufactura cesaron operaciones.
La segunda razón es la pérdida de incentivos para permanecer en un empleo formal cumpliendo un horario de ocho horas diarias, cuando los salarios son tan bajos, sobre todo en el sector público. El último sondeo de Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), realizada por la UCAB en 2022, señala que 1.5 millones de personas han abandonado las nóminas del Estado por las bajas remuneraciones.
«Quienes se dedican al autoempleo en la economía informal han creado pequeños negocios entre familias o personas cercanas. La mayoría trabaja en actividades del comercio o servicios. Hacen delivery, venden comida en la calle, trabajan de mototaxi o de taxistas, en la plomería o reparación de electrodomésticos o mantenimiento. Incluso, en el sector agropecuario hay pequeños productores del campo que llevan sus pequeñas fincas, o hay quienes se han dedicado a transportar alimentos. De manera que ese mundo del autoempleo es muy variado«, puntualizó Padilla.
Víctor Mendoza es un joven, de 25 años, que dejó sus estudios universitarios para dedicarse a la venta de accesorios de celular de manera ambulante. Creó él mismo un pequeño mostrador con ruedas donde exhibe forros para móviles, protectores de pantalla, audífonos y cargadores de teléfono. Sale a caminar desde las 8:00 de la mañana hasta las 3:00 p.m. a diario por el centro de Barquisimeto, y afirma que en los días buenos llega a generar un ingreso de 30 dólares. Lo que representa cerca de 150 dólares semanal que le alcanzan para mantener a su esposa e hijo de 12 años.
«Me resulta trabajar por mi cuenta. Yo he averiguado, en tiendas de ropa y calzado pagan muy mal, unos 20 dólares semanales. Con 80 dólares al mes no cubro los gastos esenciales de mi familia, como alimentación o la educación de mi chamo«, soltó a LA PRENSA.
En el país no hay cifras oficiales de desempleo porque el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) no publica información desde 2011. Ese año la tasa de desocupación era 8,6%. Pero el último estudio de Encovi presentado en noviembre del año pasado es una radiografía de lo que puede estar pasando en la nación. Ahí se señala que el 56% de la población en edades comprendidas entre los 15 a 65 años de edad se encuentra trabajando, mientras que la población económicamente inactiva representa el 44%. La mayoría son mujeres que se han dedicado a las labores del hogar, muchas son madres que quedaron sin trabajo durante la pandemia. En este sector, también se agrupan personas con discapacidad, jubilados, estudiantes y quienes no tienen empleo, pero tampoco quieren buscar.
Kimberlin Montesinos tiene 38 años de edad, trabajó durante siete años en una lavandería en Barquisimeto y en junio de 2020 la empresa donde estaba redujo su nómina y quedó desempleada con seis niños a su cargo. «He intentado buscar en tiendas o comercios, pero el salario que me ofrecen no supera los 100 dólares al mes. Prefiero quedarme en casa y vender cualquier cosa, por ejemplo, hago helados, vendo tortas, algunas veces compro algunos víveres y los vendo en mi sector, me pongo a hacer perros calientes. También me ayuda con los gastos mi esposo, quien sí tiene un empleo formal», expresó. La Encovi señala que para que un hogar no sea pobre de ingresos, necesita que al menos dos de tres de sus miembros forme parte de la fuerza de trabajo.
Padilla informó que una de las cosas que se viene desarrollando en las comunidades de Venezuela es lo que se conoce como economía vecinal. «En los conjuntos residenciales, paralelo al chat del edificio o de la urbanización, están surgiendo chats de ofertas de servicios, de comida, y de diversas actividades de emprendimiento no formales, lo que es llamado economía vecinal», indicó.
El economista y docente de la Universidad Metropolitana, Hermes Pérez, sostiene que aunque el INE no dé información sobre el desempleo en Venezuela y por ende ni el Banco Mundial ni el Fondo Monetario Internacional manejen cifras, el dato de la Encovi revela que el país es el que ostenta la tasa de desempleo más elevada del continente latinoamericano.
Poca oferta
Luis Marín, director de la organización Pitágoras, ha monitoreado la oferta de empleo formal que registra el estado Lara y algunos estados llaneros y del centro de Venezuela. Asegura que la demanda de personal capacitado por el sector privado no ha aumentado desde 2022, incluso los primeros seis meses de este año se contrajo levemente por la caída del consumo y la producción que experimentaron las industrias y comercios.
Actualmente, en un sitio web que han creado llamado expoempleo.online, hay 189 puestos de trabajo publicados en los estados Lara, Aragua, Carabobo y Portuguesa, y han aplicado a esos cargos 1.600 personas. «La oferta laboral es poca en el sector privado, pero la demanda de empleo es demasiada. Hemos tenido casos de cargos de analistas de sistema que han tenido hasta 300 postulados«, comentó.
Personal calificado difícil de encontrar
La migración de más de siete millones de venezolanos también ha afectado el empleo formal en Venezuela. La Encovi señala que desde 2017 el 60% de las personas que se fueron tenían entre 15 a 29 años. La razón principal para emigrar era la búsqueda de empleo y más recientemente la principal motivación es la reagrupación familiar.
«El 50% de la población migrante en 2017 tenía educación universitaria o era técnico superior«, reseña la investigación de la Universidad Católica Andrés Bello. Esta realidad ha hecho que la mano de obra calificada hoy sea parte de la diáspora.
«Cuando se requiere para cargos específicos personas con experiencia, por ejemplo, torneros o fresadores (trabajadores que manejan maquinarias), resulta que no hay casi en Lara y estos trabajadores son esenciales para algunas empresas. Esto ocurre también porque esos oficios los formaba el Instituto Nacional de Capacitación y Educación Socialista (Inces), y ahora parece que no están formando a las personas para esos cargos», comentó Luis Marín, licenciado en Administración y director de Pitágoras.
También a las grandes organizaciones se les hace difícil conseguir empleados para la alta gerencia con estudios de tercer y cuarto nivel. «Ha habido casos en los que se ofertan paquetes laborales importantes por los que se llega a ganar entre 3.000 a 4.000 dólares, como gerente general, por ejemplo, y sin embargo cuesta conseguirlos en Venezuela. A veces la solicitud de empleo se hace para todo el país, o también han ocurrido casos en que se ha buscado venezolanos que están fuera del país y les ha resultado atractivo el paquete laboral y retornan», apuntó Marín.
La mayoría de las personas que están optando a cargos en el sector privado son personas sin experiencia laboral, ante esto la Cámara de Industriales del estado Lara, a través de la Fundación de Educación e Industria (Fundei), ha creado programas de primer empleo para ingenieros, licenciatura, técnicos medios o técnicos superior universitarios, personas recién graduadas que quieran formarse en una empresa siendo remuneradas.