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Verónica Herrera: la rudeza se queda en el campo

Eva Antonietta Gómez | LA PRENSA.- Con 18 años y un record Guinnes Verónica Herrera es una joven futbolista que destila alegría, constancia y mucho talento.

De la mano de su mamá y su abuela pisó un campo de fútbol a los cinco años, pensando que sería un pasatiempo, la acompañaron, lo que no se imaginaron es que la tierna niña, se convertiría en referencia del fútbol nacional.

Verónica Valentina Herrera Souto, prefiere que la llamen Vero, relata que acompañaba a su hermano mayor a entrenamientos de fútbol y mientras el practicaba ella pateaba el balón contra la reja. Hasta que el entrenador le dijo a su mamá que tenía potencial y Verónica insistió en jugar.

Se alternaba con clases de karate y ballet, porque las niñas debían bailar decía su abuela, pero ganó el fútbol y hasta el sol de hoy es parte de su vida. Describe el deporte rey como su “todo”, desde que entrena, hasta que compite, cada vez que está en el campo siente una enorme pasión que crece día tras día y va por más.  Asegura que el día que no sienta eso, deja de jugar.

Con tan solo 12 años fue convocada para jugar en la Copa Libertadores Femenina, evento deportivo que se caracteriza por el alto rendimiento de sus jugadoras ya adultas.Recuerda el evento con mucha nostalgia, porque sus compañeras tenían 20 años y ella pensó que solo iría para ver.

Vestía su camiseta del Caracas FC pensando que estaría en el banquillo, pero la noche anterior al partido el entrenador le dio su alineación y entendió que estaba entre las grandes, en ese momento su vida cambió por completo.

El 22 de noviembre de 2012 jugó contra Nacional de Uruguay, convirtiéndose en la jugadora más joven en disputar una Copa Libertadores Femenina, participación que la hizo merecedora de un Record Guinnes.

Jugar la Copa Libertadores, ser llamada por la Selección Nacional de Fútbol femenino y jugar por primera vez luego se salir de una operación, son los hechos que marcaron la vida deportiva de esta joven de 18 años, que soñaba vestida de bailarina con ser una de las mejores futbolistas de Venezuela y demostrar que no es un deporte de niños.

“La feminidad no se queda a un lado, ser futbolista no es sinónimo de ser marimacha”, confiesa con un poco de incomodad, pues señala que a pesar de que los estereotipos señalen el deporte que práctica como un deportes de niños, ella ha demostrado que se puede ser femenina y a la vez ruda.

“La rudeza la dejo en el campo”, continúa. Con una sonrisa expresa que las mujeres soportan más golpes que los hombres y que incluso, cuando juegan suelen ser más competitivas y más rudas.

 Una vida en el campo

En el colegio no fue el mejor promedio, pero para una joven que se bandeaba entre La Vinotinto y las aulas de clases, su adolescencia no fue muy común. Su mamá siempre se preocupó por mantener la agenda muy ordenada, para que le diera tiempo de estudiar, entrenar y salir con sus amigos.

Cuando entrenaba con La Vinotinto no tenía contacto ni con su familia ni con sus amigos, a pesar de que ama lo que hace pensó en más de una ocasión en que, quizás, era el momento de abandonar, por lo fuerte que era el entrenamiento y lo lejos que estaba de su familia.

Sin embargo su familia siempre la alentó a que continuara, poco a poco, pisada tras pisada, fue construyendo su camino hasta convertirse en una de las figuras más reconocidas del fútbol venezolano por su destacado trabajo.

En su corta vida tiene dos participaciones en Suramericanos Sub 17, quedando campeona en ambas, dos Copas del Mundo Sub 17, unas Olimpiadas Juveniles y unos Juegos Bolivarianos. En todos estos eventos estuvo presente su madre Mary Carmen a quien considera su mayor apoyo.

Emprendedora

Desde niña Verónica soñaba con ser reconocida por su trabajo como futbolista, se imaginaba en las pantallas de televisión mientras los comentaristas deportivos narraban sus hazañas. Hoy se visualiza como una comunicadora social, diseñadora y en un futuro  como la dueña de una academia de fútbol femenino, porque quiere ser apoyo para aquellas niñas que les guste el deporte.

La niña soñadora hoy ve sus metas más cerca, en la calle o por redes sociales, siente el cariño de quienes la elogian por su trabajo. Muchas niñas le dicen que quieren ser como ella y siente que éstas palabras son gasolina que impulsa sus ganas de seguir trabajando.

Su curiosidad por el diseño se materializó en su tienda de ropa deportiva llamada Vero Herrera Store, que envía pedidos en Venezuela y en el exterior.

Del campo de fútbol al cine

El 16 de febrero se estrenó en Venezuela el documental “Nos llaman Guerreras”, que cuenta la historia de la selección femenina de fútbol sub-17 tras su paso por el Sudamericano 2016 y la Copa Mundial Sub-17. Verónica asegura que nunca se esperó llegar al cine “Yo entrè al juego para el fútbol, no para el cine”, añade en medio de una risa.

El audiovisual fue dirigido por Jennifer Socorro, Edwin Corona y el David Alonso, narra como el camino de las jóvenes Vinotinto para llegar a la Selección.

Construye su camino

Además de Caracas FC, Verónica formó parte de las filas del Deportivo La Guaira, pero dejó atrás su país y la liga para seguir creciendo como atleta en Estados Unidos. Con una beca estudia en el Iowa Western Community College, donde estuvo en la National Junior College American Asosiation.

En ésta universidad planea perfeccionar su ingles, cursa estudios generales para poder transferirse a la University of South Florida, universidad ubicada en Tampa, para estudiar comunicación social y jugar la National Collegiate Athletic Association.

Durante la temporada de verano juega en el Colorado Pride, equipo que milita en la United Women’s Soccer League. Como no puede recibir pagos de ningún equipo, porque perdería la beca, fue recibida por una familia que se encarga de ella para poder continuar tras su sueño.

Amuletos:

En cada juego utiliza su ropa interior de la suerte, unas pantis de rallas y un sujetador con dibujos del espacio, asegura que en el primer partido que jugó contra Paraguay lo utilizó y ganaron, desde ese día cada vez que compite lo utiliza.

Tatuajes:

Tiene tres tatuajes, el primero se lo hizo a los 17 años con la autorización de su mamá. Marcó en su piel el nombre de su abuelo, a quien considera su mayor apoyo. En su espalda lleva un mapa de Venezuela y en su brazo derecho, uno que diseñó ella misma, en el que incluyó las iniciales de ella, de su mamá y la de su hermano.

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Redacción La Prensa de Lara

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