Agencias | LA PRENSA DE LARA& ; – Diego Maradona se levantó alrededor de las 10, se sintió mal y se volvió a acostar. Pero, sus dos fieles guardianes (Maximiliano Pomargo y Johnny Espósito) no se quedaron tranquilos. Por eso, enseguida empezaron a comunicarse con los contactos más estrechos del Diez. Desde el doctor Leopoldo Luque hasta su amigo y abogado Matías Morla, pasando por sus hijas que viven en Argentina: Dalma, Gianinna y Jana. Alrededor del mediodía, en el barrio San Andrés, en el límite entre Tigre y Escobar, ya había media docena de ambulancias. Todos se pusieron a tratar de lograr el último milagro en la vida de Diego: recuperarlo del paro cardiorrespiratorio que sufrió este maldito miércoles 25 de noviembre., comunicó Clarín.
Nada pudieron hacer. «Murió Diego Armando Maradona», dio la primicia Clarín, el primero en confirmar la triste noticia por dos fuentes directas del entorno del Diez. La conmoción en el mundo ya era total. Maradona, aquel que el 31 de diciembre de 1999 a las 18, un día antes de entrar en el nuevo Milenio, me había dicho en una habitación del hotel Cristóforo Colombo, en Palermo: «El mejor deportista del Siglo fui yo».
Estaba ansioso, deprimido y angustiado en los últimos días. Por eso, tanto Luque como su psicólogo Carlos Díaz y su psiquiatra Agustina Cosachov estaban analizando el «Plan Retorno a Cuba», para que Diego volver a un lugar que ama: la tierra de su gran y entrañable amigo Fidel Castro y donde pasó otra etapa dura en su vida.
Estaba tan mal Maradona en estos días que el Plan Cuba era más que una chance. Y más luego de la «invitación» que Tony Castro, hijo de Fidel, quien se comunicó con el círculo íntimo del exfutbolista para ofrecerle estadía y privacidad para reponerse.
Se murió con dos dolores muy grandes Diego. El primero, no haber podido reunir en su último cumpleaños (el último 30 de octubre) a todos sus hijos: Dalma Nerea, Gianinna Dinorah, Jana, Diego Fernando y Diego Jr. (su primogénito italiano y quien no podía venir ya que estaba internado con coronavirus en Nápoles), y también a su querido nieto Benjamín Agüero Maradona, el hijo que «Gianni» tuvo con el futbolista actualmente en el Manchester City y en la Selección Argentina, Sergio «Kun» Agüero.
Ellos, sus hijos, habían tomado la responsabilidad de asistirlo, acompañarlo y cuidarlo. ¿Tarde? Solo Dios lo sabe…
Diego murió acompañado por Maximiliano Pomargo, cuñado de Morla, y por su sobrino Johnny Espósito, el hijo de Mary (María Rosa). Y por su fiel mucama, cocinera y «mamá postiza» Monona a la que Diego Maradona? elogió siempre diciendo que hace «los guisos más ricos del mundo» y a la que amó y veneró casi como a una segunda madre. Monona sabía que en la heladera nunca podían faltar bebidas sin alcohol -por estricta prescripción médica- y en las alacenas gomitas de eucaliptos, caramelos de todas las clases y frutos secos de los que Diego era fanático.
San Andrés es un barrio exclusivo y en pleno desarrollo, ubicado entre Nordelta y el complejo Villanueva, en el límite entre Tigre y Escobar. Allí se fue a vivir Maradona, luego de salir de la Clínica Olivos, en una casa especialmente adaptada para que pudiera continuar con su tratamiento tras la operación por un hematoma subdural crónico en la parte izquierda de su cabeza, y que fue detectado tras una resonancia magnética en las Clínicas Ipensa (La Plata) y Olivos (Buenos Aires).
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Fuente informativa: Clarín.& ;