Paola Mosquera / Pasante | LA PRENSA DE LARA.- Se cumplen casi cinco siglos de la muerte de Lope de Aguirre, también conocido como el «Loco», «el Traidor», «el Peregrino» y «el tirano Aguirre», alias que le fueron dados por sus crueles acciones y asesinatos que lo llevaron en un extenso recorrido por América que comenzó en Perú, hasta llegar a Venezuela donde fue ejecutado.
Aguirre fue un conquistador español vasco que logró hacerse un nombre dentro de la historia latinoamericana por sus novelísticas hazañas durante el siglo XVI, cuando la monarquía española se estaba estableciendo en América del Sur. «El tirano Aguirre fue quien dio a conocer el conflicto de la primera fase de las conquistas de los españoles», explica el historiador y doctor Reinaldo Rojas.
Aunque el tirano sea mayormente conocido como una leyenda en lugares de Venezuela, como Margarita, El Tocuyo y Barquisimeto es un personaje de la historia con gran relevancia.
En su juventud parte de España para establecerse en Perú, que era en ese momento el lugar de asentamiento principal de la monarquía española. Perseguido por la justicia decide aventurarse con Francisco Pizarro, quien recién llegaba de Perú anunciando los preciosos tesoros que allí se encontraban.
Los deseos que impulsaban a los españoles que emigraban a América eran diversos, pero la mayoría iba con el propósito de ser parte de las conquistas y poder encontrar las riquezas que ofrecía este nuevo mundo.
Llegada a América
Su estancia en Perú le dio fama de ser un individuo despiadado, conocido por su violencia, crueldad y tendencias sediciosas. Incluso, fue parte de diversos enfrentamientos, entre ellos la Batalla de Las Salinas en Perú.
Fue aliado del primer virrey del Perú, Blasco Núñez Vela, quien en ese momento llegaba de España con órdenes de la monarquía de comenzar a implementar las «Leyes Nuevas«, las cuales tenían como fin acabar con las encomiendas y darle más libertades a los nativos.
Esto generó descontento por parte de los conquistadores que ya estaban establecidos en Perú, por lo que se inició una persecución hacia Núñez y Aguirre que duró dos años, hasta que perdieron.
Estos ideales liberales de Aguirre, como lo resalta Yuyita Ríos de Chiossone, docente y miembro del Consejo Consultivo de Barquisimeto, parten de «su intención de declarar la igualdad de indios y negros con los blancos«, que era algo adelantado a la época.
Inclusive, otros países de Latinoamérica y el Libertador de Venezuela, Simón Bolívar, escribió alguna vez que la rebelión del tirano Aguirre fue la primera declaración de independencia de una región de América.
Chiossone, también resalta cómo los valores morales de la época eran violentos, así como que en definitiva Aguirre era una persona con rasgos psicópatas. Precisa que sus violentas actitudes y sed de venganza hicieron que derramara la sangre de la gente por donde pasaba.
La rabia lo carcomió por dentro, cuando un juez en Perú lo sentenció a latigazos en público por haber quebrantado las leyes de protección a los indios. Aunque Aguirre se defendía diciendo que venía de una buena familia que era Hildalgo, el juez Francisco de Esquivel igual dio su sentencia.
Lope de Aguirre persiguió a Esquivel por tres años, recorriendo unos 6.000 kilómetros en los que la ira lo seguía impulsando hasta que consumó su venganza asesinando al juez.
Aunque las leyes de la justicia nuevamente lo alcanzan y es condenado a muerte por este asesinato, Aguirre huyó y logró refugiarse en Tucumán, Argentina.
Tiempo después fue perdonado para reclutarlo a algunas guerras y enfrentamientos bélicos en Perú.
La expedición
El momento en el cual comienza la verdadera aventura de la vida de Lope de Aguirre fue cuando partió en el año 1560 en una embarcación por el río Mañongo, pues estaba en la búsqueda del mítico «El Dorado».
Tales expediciones eran parte de la dinámica de la época en la que todavía había mucho territorio por ser descubierto.
Formaron parte aproximadamente 300 españoles, algunas decenas de esclavos negros y unos 500 sirvientes indios tomaron su rumbo embarcados en dos bergantines (un tipo de barco que dispone de dos palos y de una vela que puede ser redonda o cuadrada), dos barcazas chatas y unas cuantas balsas y canoas.
Las personas enviadas a esa aventura por el río Mañongo eran aquellos despiadados soldados, mercenarios y personas pobres resentidas que atraían con la idea de llenarse de oro y riquezas, como una estrategia para alejarlos de Perú y que no causaran disturbios ni alteraran el nuevo orden que se había impuesto.
Durante el recorrido en la búsqueda de riquezas, su sed de poder lo lleva a asesinar al conquistador en mando de la expedición, Pedro de Ursúa, y luego a su sucesor Fernando de Guzmán, con el propósito de adueñarse de las embarcaciones. El comportamiento brutal y los múltiples asesinatos que llevó a cabo durante las expediciones son la causa del apodo «El Tirano».
Aguirre se levantó contra el rey Felipe II en un acto de rebelión a causa de la distribución de las riquezas que los conquistadores encontraban, además redactó cartas proclamándose Príncipe de la Libertad.
En este recorrido desembarca en el Océano Atlántico y así llega a Margarita, en donde se apoderó del control temporalmente y asesinó al gobernador y el cabildo.
«El Tirano Aguirre» causó estragos en los habitantes de Margarita, a sangre y fuego liquidó a la población nativa de los pueblos vecinos y resolvió embarcarse con destino a tierra firme para evadir a Francisco Fajardo, el conquistador mestizo margariteño con órdenes expresas de su majestad de apresarlo y ajusticiarlo in situ.
Al darse cuenta el Tirano que las consecuencias de sus acciones lo estaban alcanzando y que desde España la corona lo había acusado de crímenes de lesa majestad. Toma rumbo hacia el puerto de Borburata, donde hizo un saqueo general. Además, quemó todas las embarcaciones, las suyas y las que permanecían en el puerto. Continuó por Valencia hasta llegar a Barquisimeto.
El cronista, Romel Escalona, relata cómo «de camino a esta última ciudad, varios de sus seguidores habían desertado, colaborando unos con las autoridades españolas para su captura».
Explica que llegó a la Nueva Segovia de Barquisimeto que estaba a las orillas del río Turbio, y al sureste del peñón de Samurobana, lo que hoy en día se conoce como la urbanización Barici.
Las autoridades reales prepararon a sus soldados para enfrentarse a este sanguinolento, movilizando incluso fuerzas militares de otras ciudades para darle fin al caos de Aguirre.
Los asustados habitantes de Barquisimeto huyeron de la ciudad con la llegada del conocido asesino y sus seguidores. Con él también se encontraban su hija Elvira, quien era una mestiza, de 16 años, y dos mujeres que la cuidaban.
«Hubo escaramuzas e incendiaron casi toda la pequeña ciudad… Les habían dejado en las casas notas a los soldados ofreciéndoles el perdón de las autoridades si traicionaban a Aguirre y se pasaban al bando del Rey», relata el cronista Escalona.
Cada vez eran más los desertores por el bando del tirano, por lo que cuando se da cuenta que eran menores sus probabilidades de victoria, hace lo impensable.
A cuchilladas Aguirre asesinó a su hija, prefiriendo que renunciara a otros respiros de su joven vida ante la posibilidad de ser capturada por la ley y poder ser violada por los soldados de la monarquía que lo perseguían.
Finalmente, sus consecuencias lo alcanzan y es arcabuceado por dos de sus desertores, quienes ponen fin a su violento paso por esta tierra y por Latinoamérica.
El entonces gobernador y encargado por la monarquía del rey Felipe II fue quien ordenó enterrar el cadáver de la joven Elvira en su sitio de muerte, y hacer cuartos el cuerpo de Aguirre.
Fue desmembrado para exponer su cabeza en El Tocuyo, sus manos fueron enviadas al rey Felipe II y se dice que su tronco fue enterrado en la actual capital larense.
Posterior al incendio y bajo mucho esfuerzo, la ciudad de Barquisimeto pudo ser levantada al lado de ese sitio en el que Aguirre causó estragos junto a la confluencia del río Turbio y el río Claro.