AFP | LA PRENSA.- A sus 13 años, la niña nepalí Gaurika Singh ha conseguido más de lo que muchos se atreverían a soñar: sobrevivir a un gran terremoto y estar en unos Juegos Olímpicos, los de Rio, donde es la deportista más joven.
«Hace dos meses me dijeron finalmente que iba a competir. Me sentí como ‘¡uau!’, porque nunca creí que fuera a pasar», explicó en la Villa Olímpica de la ciudad brasileña, donde, confiesa, lo que más le sorprendió fue el tamaño del comedor.
«Mis compañeros de escuela se alegraron mucho, me han enviado muchos mensajes y postales deseándome buena suerte», aseguró.
Singh ríe al final de cada frase y tiene el clásico acento de un adolescente de Londres, adonde se trasladó su familia cuando ella tenía 2 años.
Del club del barrio a los Juegos en 5 años
Empezó a nadar a los 8 años en el club de su barrio, Barnet, y a los 11 se animó a participar en un torneo en Katmandú, aprovechando unas vacaciones familiares: lo ganó casi todo, batiendo varios récords nacionales de adultos, narró su padre, Paras Singh.
Dos años después, el 7 de agosto, se zambullirá en la piscina olímpica de Rio para competir en las primeras series eliminatorias en los 100 metros espalda.
Su mejor marca es 1:08:12, y la de la australiana Emily Seebohm, la más rápida de las que compiten en Rio, es diez segundos menor, 58:73.
Singh es consciente de que su participación podría acabar ese día, aspira simplemente a batir su récord y conocer a Seebohm, pero está también decidida a que estos sean los primeros de muchos Juegos.
En el caso improbable de que ganara una medalla, no sería la más joven de la historia en lograrlo. Ese honor recaerá, seguramente para siempre, en Dimitrios Loundras, el niño griego que a los 10 años se hizo con una de bronce en gimnasia por equipos en los primeros Juegos de la era moderna, los de Atenas-1896.
Entre tanto, Singh disfruta de todo. «¡Rio es hermoso! Hace mucho calor. El ambiente es muy bueno, hay mucho baile y música. Esta es una buena ocasión de hacer amigos y conocer gente», aseguró.
En la Villa Olímpica nadie la ha reconocido como la más joven, y parece encantada con ello: «¡espero no parecer tan pequeña!», aseguró, soltando una carcajada que permitía ver sus aparatos de ortodoncia.
El terremoto de Katmandú
En abril de 2015, la vida se puso seria con Singh y su familia. Estaban en Katmandú cuando les sorprendió el gran terremoto que mató a más de 8.000 personas.
«Estábamos en un edificio de cinco pisos. Estábamos jugando a tenis de mesa. De repente llegó, nos metimos debajo de la mesa, era muy pesada. No nos movimos y, afortunadamente, todos sobrevivimos y no hubo daños», narró.
Su padre, urólogo, se quedó un mes a ayudar, y ella donó el dinero, unos cientos de libras, que acababa de cobrar por establecer un récord nacional.
Singh se siente nepalí. «Voy una vez al año, si tengo suerte un par. Me gusta ver a la familia, y la comida. Me gusta la fruta fresca que tienen, ¡es mejor en Nepal que en Inglaterra!», exclama.
«Nunca me consideré realmente inglesa, porque tengo el pasaporte nepalí y porque vamos tan a menudo que nunca me sentí inglesa», afirma, sin darle mucha importancia.
El mensaje de su padre es simple, que no sienta presión: «que disfrute», sentenció Paras Singh.