Agencias | LA PRENSA DE LARA.- Los estudios realizados hasta la fecha apuntan a que los anticuerpos que protegen a las personas contra el coronavirus caen con bastante rapidez. Los investigadores se preguntan por qué ocurre esto y sobre todo, si ocurrirá lo mismo con los anticuerpos generados por las vacunas.
Steven Smith es profesor de Ciencias Biomédicas de la Universidad Brunel en Londres. Smith ha escrito un artículo en The Conversation y recogido por la BBC en el que intenta responder a estas preguntas.
«El objetivo de las vacunas para la Covid-19 que se están administrando en todo el mundo es estimular nuestro sistema inmunológico para que produzca una respuesta protectora contra el coronavirus, particularmente mediante la generación de anticuerpos», dice Smith.& ;
El doctor reflexiona: «Uno de los interrogantes clave es cuánto tiempo durará la protección que recibimos de la vacuna o incluso de la infección por el virus mismo». «Ya sabemos, por ejemplo, que los niveles de anticuerpos caen con bastante rapidez después de una infección de Covid-19», revela.
«La notable capacidad de nuestro organismo para recordar encuentros pasados con microorganismos infecciosos y retener defensas sólidas contra ellos se debe al fenómeno de la memoria inmunológica. Esta memoria reside en los glóbulos blancos conocidos como linfocitos, de los cuales hay dos tipos principales: células T y células B. Cuando el cuerpo se enfrenta a un nuevo desafío, ya sea una nueva infección o una vacuna, se reclutan células T y células B específicas para enfrentarlo», explica Smith.
«El cuerpo mantiene versiones ‘memoria’ de estas células por si vuelve a encontrar al mismo microorganismo en el futuro. Son estas células B las responsables de la liberación de anticuerpos a la sangre. Cuando ocurre una infección o cuando nos vacunan, algunos de esos anticuerpos se metamorfosean en fábricas especializadas de producción de anticuerpos, conocidas como células plasmáticas», dice Smith en su artículo.
Smith prosigue: «Los anticuerpos son proteínas y, como cualquier otra proteína, se descompondrán y eliminarán naturalmente del cuerpo en unos pocos meses como máximo. Esta es la razón por la que la protección de los anticuerpos que recibimos pasivamente, por ejemplo, de nuestras madres en el útero o a través de la leche materna no dura mucho. Para una protección a más largo plazo necesitamos producir anticuerpos generados por nosotros mismos».
«La capacidad de nuestro organismo para mantener los niveles de anticuerpos después de una infección o vacunación es el resultado de dos mecanismos. En las primeras etapas, si las células B de memoria detectan alguna infección persistente o una vacuna, algunas continuarán transformándose en nuevas células plasmáticas productoras de anticuerpos», prosigue Smith.
«Una vez que la infección o la vacuna se ha eliminado por completo, las células B de memoria ya no reponen la población de células plasmáticas, que disminuye. Sin embargo, algunas pueden persistir como células plasmáticas de larga vida (LLPC, por sus siglas en inglés), que pueden vivir durante muchos años en nuestra médula ósea, fabricando y liberando continuamente grandes cantidades de anticuerpos», revela este profesor.
Con información de: 20 Minutos& ;