Agencias | LA PRENSA DE LARA – A lo largo de la historia, los seres humanos han desarrollado con éxito vacunas para una serie de enfermedades potencialmente mortales, como la meningitis, el tétanos, el sarampión y la poliomielitis. Sin embargo, diferentes movimientos en el mundo buscan desprestigiar la vacunación.
«El COVID-19 muestra cómo el movimiento anticiencia causa muertes en el mundo», decía a Peter Hotez, pediatra y especialista en enfermedades infecciosas desatendidas de Estados Unidos, a la vez que advertía que «el auge de la anticiencia crea una atmósfera de intimidación, especialmente para los científicos jóvenes».
En los últimos cinco años se vio un regreso significativo de las enfermedades infecciosas epidémicas, que culminaron en COVID-19. En nuestro nuevo mundo posterior al coronavirus, el autor se preguntó cómo podemos prevenir enfermedades futuras mediante la expansión de la diplomacia, la cooperación científica y de vacunas, especialmente para combatir los problemas que los humanos nos hemos causado tales como los movimientos anticiencia que propagan fake news y tergiversan hechos.
Para hacerles frente a los más dubitativos o escépticos, investigadores de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC) elaboraron un decálogo con argumentos científicos a favor de la vacunación contra el COVID-19:
1.- Todos los medicamentos tienen efectos secundarios, pero sus beneficios son muy superiores a los riesgos que se asumen.
2.- Desde el comienzo de la vacunación, los fallecimientos en residencias de ancianos se han reducido drásticamente.
3.- Las vacunas son las terapias más seguras y los posibles riesgos de las vacunas son poco probables.
4.- Las vacunas basadas en ARN se llevan estudiando desde hace veinte años.
5.- Los riesgos derivados de la COVID-19 son muy superiores, con riesgo de muerte, a las poco frecuentes trombosis derivadas de las vacunas.
6.- No hacer una vacunación masiva prolongará la pandemia durante mucho más tiempo. No existen certezas, pero no hacer nada no va a mejorar la situación.
7.- La vacunación masiva permite la vuelta a la normalidad y la recuperación paulatina de la normalidad.
8.- Si ante una primera dosis no ha habido reacción, el riesgo de sufrir algún tipo de efecto secundario con la segunda dosis es mínimo.
9.- Los profesionales sanitarios y el personal de residencias han sido los primeros colectivos en vacunarse y los efectos secundarios graves apenas han existido.
10.- Vacunarse es un acto altruista: no solo se protege uno mismo, también contribuye a la protección de toda la sociedad, especialmente de aquellas personas inmunodeprimidas que no pueden optar a este tipo de terapias.
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