Luis F. Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- Con el Jesús en la boca, así es como viven los vecinos del sector II del barrio La Peña, al oeste de Barquisimeto, pues desde hace un año deben hacer frente al peligro inminente que yace en la quebrada La Ruezga, la cual ha pasado a ser el vertedero de la comunidad ante la ausencia de los camiones de aseo que, según denuncia la comunidad, llevan más de un año sin ser vistos.
La señora Blanca Márquez, habitante del barrio, expone que en los más de 40 años que lleva viviendo en este populoso sector no ha habido siquiera una vez en la que el servicio de aseo urbano funcione con completa normalidad, y es que siempre había que llevar los desechos hasta un punto en específico para ser recolectados por los camiones que sólo transitaban «por donde pasa la novia».
No obstante, desde hace al menos 12 meses, los camiones que se encargan de recoger la basura parece que se hayan olvidado de la existencia de La Peña, dando paso a un plan B que puede resultar perjudicial para todos los vecinos, por el alto riesgo que representa.
La comunidad ha comenzado a llevar hasta la quebrada las bolsas de basura, al no tener otra manera de poder librarse de ellas.
«No tenemos otra opción, todos lanzamos la basura a la quebrada porque no hay para dónde agarrar», soltó Blanca, quien aclara que todos están conscientes de la contaminación y el criadero de enfermedades que allí comienza a crecer.
Bolsas, sacos, perros muertos y hasta materiales de construcción han hecho de la quebrada un foco de hediondez y polución.
Luis Enrique Rodríguez, recuerda con nostalgia cómo hace 30 años el lugar era un balneario del cual disfrutaban todos los habitantes sin distinción, por lo que rechaza que el mismo haya sido destruido por culpa de la indolencia de las autoridades.
Los vecinos mencionan que los entes competentes tienen casi 20 años sin realizar labores de limpieza y desmalezamiento en la quebrada, por lo que el terreno ya ha comenzado a sufrir las consecuencias.
Los rabipelados y las serpientes son sin duda una de sus mayores preocupaciones; sin embargo, esto no se compara con lo que representa el ensanchamiento que ha tenido el cauce por la poca atención que se le ha dado y la falta de embaulamiento. Las casas que están a un paso de la quebrada se encuentran en situación de vulnerabilidad, ya que si no se toman cartas en el asunto podrían perder el techo donde viven.
«El alcalde dijo el año pasado que habían colocado en buen estado todas las quebradas y bucos de Barquisimeto, pero eso es mentira. Al menos en La Peña no se han dejado ver, por tal motivo no puede decir que han atendido el 100%», dijo con molestia Nelson Pernalete.
Las personas mencionan que hay ciertas zonas de la quebrada en las que es casi imposible pararse, debido a la inestabilidad del terreno que en cualquier segundo puede irse abajo.
Asimismo, reportan que al ser un sector que permanece olvidado por el Gobierno, muchos son los camiones que van hasta la quebrada a dejar escombros de construcción, que de alguna manera empeoran la situación del barrio.
Una de las soluciones que plantean, es la colocación de recolectores de basura y la reactivación del servicio de aseo, por lo que exigen al gobernador Adolfo Pereira y al alcalde Luis Jonás Reyes tomar cartas en el asunto.
Sacan provecho
«Si la vida te da limones, aprende a hacer limonada». Ese parece ser el dicho que fue adoptado por algunos vecinos de la comunidad, a pesar de las críticas que han llovido en torno al problema del aseo y la acumulación de basura en la quebrada.
En medio de las constantes quejas de la comunidad en torno al problema de la basura, algunos vecinos, especialmente adultos mayores y niños, han visualizado un panorama distinto del cual han comenzado a obtener beneficios económicos.
Tal es el caso del señor Lorenzo Freites, quien a sus 63 años de edad sale cada día bajo el inclemente sol en busca de materiales como hierro, plástico y cartón que coloca a la venta con la intención de recaudar un poco de dinero para comer.
Freites, detalla que un kilo de hierro lo puedo ofrecer en Bs. 600 y en ocasiones ha llegado a recolectar hasta 60 kilos.
De igual manera, el señor Vicente Rojas realiza trueques en busca de harina, pasta o arroz.
Lejos de todo
Los vecinos del barrio coinciden en que otro de los calvarios que han tenido que enfrentar es la falta de transporte público, situación que los ha puesto a sudar la gota gorda.
Atrás quedó la época en la que las rutas 9 y 12 le facilitaban la movilización a las personas; sin embargo, el recorte del recorrido que se ha comenzado a implementar afectó considerablemente a los habitantes de La Peña.
Ahora las personas se ven en la obligación de caminar hasta 24 cuadras para poder llegar a Barrio Unión y poder tomar un bus que les permita hacer sus diligencias.
Vivienda se cae a pedazos
«Rasguñando aquí y luego allá». Vivir en La Peña, al oeste de Barquisimeto, no ha sido fácil para Indrina Rodríguez, sus dos hijos y cinco nietos.
Esta numerosa familia se mudó hace 25 años al sector, con la intención de independizar y tener una vivienda propia. No obstante, la carencia de recursos los llevó a construir una casita de barro que con el paso del tiempo ha comenzado a venirse abajo.
La llegada de las lluvias ha hecho que las paredes de su hogar comiencen a ceder, situación que los ha llevado a buscar soluciones por su propia cuenta, ante la falta de atención por parte de las autoridades.
«Para acá han venido todos los políticos que han pasado por Lara, pero sólo prometen y prometen, y no terminan de tendernos la mano», cuenta Indrina.
Las láminas de zinc que sirven como techo ya no dan para más. «Cuando llueve nos mojamos más adentro que afuera», dice entre risas su hija, Indrina Rodríguez. Como una alternativa ante la falta de opciones, su hijo Eudomar desde hace cuatro meses se levanta muy temprano para elaborar con sus propias manos los bloques de adobe que le brindarán resguardo a su mamá y a toda su familia.
«Si nadie nos ayuda, no podemos hacer más que movernos nosotros mismos. Pero es rudo», dice Eudomar, además comenta que la lluvia no los ha tratado bien y en ocasiones pierde el trabajo que adelanta.
La familia pide a la Gobernación de Lara y a la Alcaldía de Iribarren que se coloquen la mano en el corazón y les ofrezcan una vivienda segura o en su defecto los doten de materiales para ellos mismo edificarla.