Luis F. Colmenárez | LA PRENSA DE LARA.- A la deriva. Justo hoy, 27 de agosto, la comunidad Enmanuel, ubicada al noreste de Barquisimeto, cumple 14 años manteniéndose abandonada y sin ningún tipo de atención por parte de los entes gubernamentales.
Los residentes de este populoso sector comentan que les ha tocado duro poder salir adelante, en un lugar donde los servicios básicos no terminan de llegar para 290 familias que allí hacen vida.
Fue el 27 de agosto del año 2007 cuando un grupo de personas comenzó a concentrarse a orillas de la Circunvalación Norte para construir modestos ranchitos, que posteriormente pasarían a ser el hogar que daría abrigo a sus seres queridos.
Progresivamente, las polvorientas calles del humilde barrio comenzaron a recibir con los brazos abiertos a más personas que tenían el interés de vivir allí. Fue así como el número fue ascendiendo hasta llegar a los 465 habitantes que hoy hacen vida en el lugar.
El monte y la tierra imperan en sus calles. Aún así, los vecinos exponen que se trata de una comunidad sana en la que afortunadamente la delincuencia no ha causado estragos y por tal motivo llevan una vida tranquila, pero con limitaciones.
Aún así, es inevitable que una sonrisa se dibuje en sus rostros al imaginar un mejor estilo de vida con servicios que les faciliten realizar sus tareas diarias.
La mayoría de los servicios de los cuales goza Enmanuel, ha sido constituido por el sudor de la frente de cada uno de los vecinos que cada mañana se levanta con la intención de aportar un grano de arena.
Tal es el caso de las viviendas. Cada una de ellas han sido levantadas de acuerdo a las posibilidades económicas de los núcleos familiares. Láminas de zinc, madera y anime son los materiales que en un principio dieron forma a la comunidad; no obstante, con el pasar de los años estas han sido modificadas y ahora es el adobe el material más utilizado.
Tal es el caso del señor Humberto Carmona, quien a sus 55 años, ha desarrollado desde hace ocho meses la tarea que, según él, es la más importante de su vida.
«Todos los días me levando a cavar tierra y a batir barro para que mi esposa y yo podamos vivir mejor», contó Carmona, quien detalla que en el barrio se ha podido ver una que otra casa que ha sido construida por el Gobierno. Sin embargo, varios vecinos exponen que estas no han sido precisamente las más bonitas.
«Queremos casas, pero que no sean tan feas como las que han hecho. Las construyeron con containers y les dieron una forma muy rara», dijo Vanessa Ponte.
Ponte también menciona que el tema del agua por tuberías es otro de los dolores de cabeza que viven los vecinos, y es que necesitan cinco bombas para que el vital líquido pueda subir hasta las casas que están en la cima de los cerros.
La comunidad expone que únicamente cuentan con un camión cisterna, pues ningún chofer se atreve a entrar al barrio por el pésimo estado en que están las vías.
No obstante, señalan que esta solución no es la más idónea para las familias, pues el cisterna les ha estado cobrado un dólar por pipa, monto que se les hace cuesta arriba, pues afecta considerablemente su presupuesto mensual.
«Una vez a la cuaresma el Gobierno nos envía el Plan Cayapa, pero eso es algo con lo que no podemos contar mensualmente», dijo por otro lado el señor Nirvi Rodríguez.
Rodríguez acota que durante la gestión de Henri Falcón como gobernador de Lara, les prometieron un tanque cisterna para llevar el recurso natural hasta cada hogar, pero esto sólo quedó en promesas.
El problema del agua es tan sólo uno de los tantos ejemplos que tienen los vecinos al plantear que se encuentran alejados de la civilización, ya que no poseen acceso a transporte público, supermercados, farmacias o cualquier otro tipo de servicio prioritario.
Para poder salir a sus lugares de trabajo o simplemente hacer alguna diligencia, las personas deben caminar largos kilómetros y enfrentar la prueba de fuego, que representa cruzar la Circunvalación, un punto donde los conductores pasan a exceso de velocidad y más de uno ha muerto arrollado en el intento.
«Si queremos salir necesitamos ir hasta Macías Mujica, o sino toca caminar porque muchos no contamos con efectivo para pagar el millón de bolívares que cobra el ruta», dijo entre risas el señor Humberto.
De igual manera, deben lidiar con la falta de aseo urbano y telecomunicaciones. Una quebrada ha pasado a ser su vertedero, mientras que los chamos no tienen cómo acceder al internet o gozar de buena señal para cumplir con sus clases a distancia.
Asimismo, la ausencia de pavimento, drenaje y aceras pone a sufrir a los vecinos cuando llegan las lluvias, pues la corriente de agua se torna abundante e inunda a más de uno.
Pero no solamente eso, además viven en constante amenaza por la presencia de serpientes, arañas y ciempiés que ponen en peligro la vida de todos los habitantes del barrio, especialmente a niños y ancianos.
«Las mapanares, cazadoras y corales abundan por estos lados debido a que hay mucho monte», soltó Nirvi, quien además mencionó que ninguna de las autoridades regionales ha puesto un pie en este barrio que clama a gritos la presencia de una mano amiga que los ayude a salir adelante.
Sobreviven sin nada
El dispensario médico que desde hace cinco años atiende a la comunidad, hoy se encuentra padeciendo a causa de la falta de dotación de insumos y materiales médicos para recibir pacientes.
Glucómetro, tensiómetro, nebulizador, peso infantil y un escritorio para los galenos son algunos de los equipos que solicita el equipo médico que está conformado por dos doctores y una enfermera.
Asimismo, detallan que carecen de sillas para los pacientes que esperan para ser atendidos. Y es que recalcan que diariamente pueden recibir hasta 16 personas.
El doctor, Wilson Arrieche, indica que tantas carencias se deben al bloqueo aplicado a Venezuela por parte de Estados Unidos, situación que enciende las alarmas debido a que el dispensario es de gran ayuda para todos los vecinos que hacen vida en el sector.
«Es sumamente necesario que nos den una ayuda y más aún por la vulnerabilidad en que se encuentran las personas a causa de la abundante cantidad de tierra que hay. Acá se contabilizan 300 pacientes asmáticos», dijo Arrieche.
Los doctores acotan que sólo pueden brindar atención primaria a los pacientes, pues ni siquiera cuentan con medicinas para tratar sus diferentes patologías.
Pierden sus enseres
En medio de la gestión de Henri Falcón como gobernador de Lara, el llamado «Gobierno Progresista» donó 17 postes, que si bien fueron un alivio para el sector se quedaron cortos con el paso del tiempo.
El aumento de la población ha hecho que algunas de las familias reciban el suministro eléctrico con suma deficiencia, situación que se ha agravado a raíz de la falta de gas doméstico que ha impulsado el uso de caracoles eléctricos.
«No tenemos de otra, nos vemos en la necesidad de usar los caracoles porque el servicio de gas no nos llega con regularidad y por eso es mejor ahorrarlo para cualquier emergencia», expuso Vanessa Ponte.
El tema es tan crítico, que son muchas las familias que han perdido neveras y televisores a causa de las fluctuaciones que se han presentado.
Según expuso el señor Nirvi Rodríguez, el barrio necesita al menos 15 postes más para que el servicio de luz pueda llegar de manera óptima hasta las 290 casas.
«Ni hablar de cuando llueve, uno de los postes comienza a echar muchas chispas y eso da es miedo», dijo con preocupación Ponte.