Joelis Sosa | LA PRENSA.- Con varias tapas de zinc la familia Mogollón Páez, se las ingenian en tapar cada gotera de su vivienda. El techado tiene más huecos que un colador, sin embargo con las láminas al menos evitan que el aguacero les inunde la casita de adobe y le acabe con todos sus coroticos. Esto es parte de la cotidianidad de quienes residen en el caserío La Fundación de la parroquia Ágüedo Felipe Alvarado.
Lidiar con el agua se convirtió en todo un deporte extremo para las familias quienes ven la época de lluvias como la peor del año. Sus humildes viviendas no soportan tal cambio de atmosférico y resultan muy afectados que les deja pérdidas materiales.
‘La pared se cayó cuando llueve vivimos asustados. Creemos que la casa se nos vendrá encima o que se nos dañarán nuestros electrodomésticos‘, expresa con preocupación Mogollón. Este temor no sólo lo padece ésta familia, quienes residen en más de 300 casas distribuidas en nueve caseríos también guindan de un hilo. La mayoría de estos hogares son hechos de adobe por lo que se ven más afectados, las paredes se desmoronan como si fuese una galleta.
Miembros de otros caseríos como El Tigre, Las Abejas, Cuesta Grande, El Alto, Playa Amarilla, Cabeza de Vaca, Los Planes y otros sufren del mismo mal. ‘Más llueve adentro que afuera‘, señala Reiker Jiménez, otro de los vecinos, quien explica que la situación es preocupante porque en la zona viven muchas personas mayores y discapacitados.
Marisela Cadevilla, del caserío Cuesta Grande, comenta que en su casa tienen un cuarto preventivo, donde duermen todos cada vez que llueve, porque las precipitaciones parecen que fueran dentro de su casa, todo se inunda. Este cuarto es de bloque y está en buenas condiciones por ello cuando caen unas gotas lo ocupan todos.