Daniela Valladares | LA PRENSA.- “Esto lo llamaban el barrio ajuro”, comenta entre risas Inocencia Flores, quien lleva 58 años viviendo en la comunidad y recuerda que para esos años las casas eran contadas con una mano y sobraban dedos.
Con el desarrollo de la población, el sector 23 de Enero se habitó rápido y hoy está conformado por 4 calles, 3 carreras y 12 manzanas que albergan 703 familias. Pero la calidad de los servicios básicos va en declive.
Inocencia, conocida entre los vecinos como “Chela”, quien forma parte del consejo comunal, relata que uno de los mayores problemas que presenta el barrio es el colapso de las tuberías de aguas negras porque todavía esperan que sustituyan las cloacas de la calle 3 y 4.
“Parece que lo van haciendo por etapas, cada año le meten mano a una sola calle, eso nos ha traído muchos problemas”, confiesa Chela refiriéndose al mal estado del asfaltado ya que hasta que no destapen las cloacas no pueden asfaltar.
Gisela Jiménez, integrante del consejo comunal 23 de Enero, cuenta que los niños del sector no pueden jugar frente a sus casas y las reuniones entre vecinos también se eliminaron por culpa de los huecos, baches y tierras que adornan la calle 1A.
“Muchas tradiciones se perdieron, esto por aquí le decían la cordialidad. Se armaban bonches, comidas, bailes como el tamunangue, pero eso quedó atrás”, detalla afligida Jiménez mientras confirma con la mirada la situación de la vialidad.
El problema con las cloacas abarca tanto espacio en el barrio que incluso la remodelación de la cancha deportiva en la calle 3 se paralizó. Ramón González, del comité de infraestructura, explica que hace 4 años Corpolara aprobó los recursos para acomodar la cerca, tableros y piso, pero un desagüe de aguas negras rodea toda la cancha, representando un riesgo de salud para los jóvenes del sector.
Ahora los chamos no tienen un espacio adecuado para recrearse. ‘Pedimos a las autoridades como regalo que nos solucionen la problemática de las aguas negras, eso sería valioso para todos en el 23 de enero‘, revela esperanzado González.
Entre otro de los regalos que pide la comunidad es el incremento de la presencia policial, ya que la inseguridad juega garrote a sus anchas. ‘Hay que encerrarse temprano porque nadie es tan valiente como para andar de noche caminando por aquí‘, confiesa una vecina, quien resguardo su identidad.
Residentes denuncian que las fallas en las luminarias también alimenta el problema. La mayoría de las calles quedan a oscuras, lo cual es aprovechado por los amigos de lo ajeno para atracar.