sábado, 23 noviembre 2024
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Extrabases de Alfonso Saer 19022021

LA PRENSA DE LARA – LA pandemia que estremece al mundo hizo cambiar planes, sistemas, estilos, modos de vida. Las redes han cobrado más importancia de la que ya tenían. Internet es un recurso obligatorio. La radio y la televisión establecen modificaciones sustanciales. Trabajar con pantalla dividida es rigurosamente necesario por las medidas sanitarias. Los noticiarios han dejado en casa a sus presentadores, los programas deportivos muestran a los analistas en sitios distintos, preferiblemente sus hogares. El evento en un sitio y los narradores y comentaristas en otro. Vía telefónica, zoom, WhatsApp y en otros variados recursos se realizan las programaciones. En fin, todo se ha trastocado y por ello destaca el ingenio de los productores… DE alguna manera se ha regresado a las versiones. En 2020 tuvimos un campeonato de beisbol en el cual los equipos de transmisión casi no viajaron a los parques foráneos. Es más, muchos ni siquiera emitieron la señal desde el estadio de su club. La imagen de la televisión — cuyos profesionales muchas veces tampoco estaban en el sitio — fue la tabla de salvación para la radio. Se trataba de una emergencia y como tal había que asumirla y enfrentarla.

& ; & ; & ;MUCHO antes, hasta comienzos de los setenta, las versiones radiales eran algo común. Una importante cantidad de emisoras disponían de la señal en onda corta y por allí se lograba escuchar los juegos desde otros estadios. Por ejemplo, si Caracas jugaba en Valencia, la narración se lograba buscando a La Voz de Carabobo. Si Lara visitaba a Caracas se sintonizaba a Radio Rumbos, y listo. Las estaciones larenses de los hermanos Segura tenían, casi todas, onda corta. Algunos narradores preferían escuchar a su colega y de inmediato repetir la jugada o el pitcheo en cuestión. Otros tenían un apuntador o anotador que le iba suministrando cada movimiento. Había que improvisar, tener inventiva, adornar. Nada fácil la gestión… AJÁ, de pronto se perdía la señal y uno quedaba en la olla. Allí precisamente surgía la imaginación. Alargar el juego con cosas que no ocurrían. Reclamos al árbitro, reunión en la lomita, fulano resentido de una pierna, amenaza de lluvia y mil ocurrencias más. Por supuesto, no teníamos celulares, ni siquiera discado directo nacional. Más de una vez la transmisión llegó hasta allí. Y cuando volvía la señal era difícil rehacer el juego porque hubo carreras y no se podía adivinar qué pasó. Por eso hay mil anécdotas de las versiones radiales, hoy recordadas por quienes todavía podemos echar los cuentos.

& ; & ; & ;CUANDO el equipo visitado no disponía de una estación radial con onda corta o una potente onda larga — curiosamente la de más corto alcance — se hacía menester un contacto, un amigo en el parque contrario. Uno de los recursos de quien suministraba datos era utilizar un monedero — 25 céntimos, un mediecito, cada llamada — y de esa manera enviar desde el estadio — u otro lugar — detalles breves como se utilizan en las libretas de anotación. Entonces, las bolas, strikes, fouls, calidad de las jugadas, quedaban de parte del narrador y el comentarista. No existía precisión en absoluto. Había algo de novela en cada juego y la audiencia así lo entendía. Muchas veces algún pelotero reclamaba luego por algo que nunca sucedió. Necesario ser muy cuidadosos en la descripción. En fin, nada fácil el trabajo en ese entonces. Existe un anecdotario profuso, un robusto registro de momentos que nos hacen reír al no más retrotraerlos… LAS últimas versiones nuestras fueron en la temporada 69-70, hace más de medio siglo. Entonces los equipos decidieron viajar con sus circuitos radiales. Conocimos a los admirados colegas que tanto habíamos escuchado. Y también los estadios desde los cuales nunca antes transmitimos en directo. Hoy las descripciones a distancia se realizan con una pantalla al frente, sin los riesgos y las incomodidades de antaño. Ningún parecido con lo relatado. Y siempre es bueno saber de dónde venimos para entender mejor donde estamos. Complacido, espero, el lector Juan José Medina.

& ; & ; & ;BARTOLO Colón llegó al profesional un poco tarde, a los 21 años. Y piensa retirarse muy tarde porque a los casi 48 sigue activo. Tras 21 temporadas y once clubes en liga grande, con un «Cy Young» a cuenta, ahora va para México con los Acereros de Monclova. El nativo de Puerto Plata, Dominicana, logró 247 triunfos en las Mayores. Tuvo catorce campañas con doble dígito en victorias y en par de ocasiones llegó a las veinte. Su fortaleza hace que lleve más acero para Monclova…& ;TREVOR Bauer, Clayton Kershaw, Walker Buehler, David Price, Dustin May, Julio Urías. Qué rotación, de las mejores en cualquier época. A fuerza de dólares los Dodgers construyen su imperio tras ganar la Serie Mundial del 2020. El gran rival, San Diego, es otro que compite intensamente a puro real. Pudiera tener el oeste de la Nacional dos escuadras con cien triunfos. Y de allí salir el campeón absoluto del 2021… LA firma estruendosa de Fernando Tatis — 340 millones de dólares en laaargos catorce años — son la muestra inequívoca del aserto anterior. 24 millones y fracción por temporada. ¡Qué bárbaros!.

@Alfonsosaer

 

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