Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- El centro de Barquisimeto tuvo la mayoría de las santamarías abajo y la afluencia de pocas personas se percibió en la carrera 21, sólo aquellos que no pudieron viajar en el asueto de Carnaval aprovecharon para comprar algunos alimentos. Se apreciaban con bolsas contentivas de varios víveres, así como se escuchaba la resignación de no poder destinar presupuesto para la recreación en familia.
Vicente Dugarte es un jubilado que estaba acompañ;ado por su esposa y su saco apenas tenía un litro de aceite, papeleta de café y otros víveres. «Uno gasta, pero la prioridad es la comida», señ;aló y confesó que lleva varios añ;os que ni siquiera puede viajar para su natal Mérida y pasar unos días diferentes con el resto de su familia.
El presupuesto no le alcanza a esta familia ni siquiera porque se ahorraría el gasto de estadía por ser recibidos por primos. «Uno se olvida de eso, porque la plata no alcanza», dice en tono resignado.
La realidad de Leida Mendoza es parecida, así lo cuenta mientras descansa sentada en la acera y aspira conseguir más establecimientos abiertos para seguir buscando ofertas en víveres. Admite que lo positivo del asueto es que se trata de días para descansar. Salir a pasear con sus hijos implica gastos, incluso en lugares céntricos de la ciudad.
Cuando se consulta a Miguel Peñ;a empieza por hacer una mueca y mira hacia el piso. Resulta que está desempleado desde hace varios meses y debe hacer ciertos «trabajitos» para poder llevar un aporte a la casa. «Uno quisiera salir y despejarse. Pero el desempleo obliga a resignarse en casa», señ;ala con esperanzas de conseguir un ingreso fijo.
Eran testimonios que admiten las limitaciones económicas, mientras la necesidad es comer.
