viernes, 22 noviembre 2024
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Alarmas se encienden por falta de control de la fiebre amarilla

Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- Con los 7 casos identificados de fiebre amarilla en Monagas, expertos en salud piden el cerco epidemiológico para evitar que se activen los focos silentes y reforzar el programa ampliado de inmunización que ha presentado fallas de cobertura, que apenas llegaban de 65 a 79% en zonas críticas en el oriente del país. Medidas que van desde la vacunación masiva en estas zonas, reforzar la entrada de posibles casos importados de estas regiones y retomar el plan de fumigaciones o abatización con la amenaza de vectores transmisores como los zancudos Aedes aegypti, luego de picar a una persona infectada y replicar esta enfermedad.

La preocupación cobró más fuerza con la advertencia de la Academia Nacional de Medicina, ante la necesidad del cerco epidemiológico, cobertura vacunal y el recordatorio del aporte en junio de 2020 de 4.7 millones de dosis del Fondo Rotatorio de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). De hecho, el secretario general Huniades Urbina, señala que se esperaba la caída vacunal porque todas las miradas están enfocadas en la pandemia por covid-19. «No se justifica el abandono al resto de las patologías y ese descenso en cobertura de inmunización que —previo al coronavirus—, conocía la OPS se encontraba a 50%», recuerda de 2019 y que el alcance mínimo no debería bajar de 80% para asegurar una protección masiva. Además de cuestionar que de la donación, se conoció de manera extraoficial que algún lote se venció.

Son cuestionamientos que empiezan por la zozobra de no saber del cerco epidemiológico que empieza por localidades selváticas Carapal del Tigre y El Merey de Amana, con las muertes de los monos araguatos y confirmado por el mandatario regional a principio de octubre de 2021, con el llamado a vacunarse desde los niños de 6 meses hasta los 59 años. Momento que lleva a recordar los 27 decesos tras el brote en 2002 en Zulia, Táchira, Portuguesa, Mérida, Monagas, Apure y Bolívar de esta enfermedad que ha tenido intermitencia desde 1997 en el país.

«Las políticas de salud no se deben abandonar y menos sabiendo que Venezuela desde hace tiempo es un país endémico«, señaló José Félix Olleta, exministro de Salud, llamando al programa de vigilancia y control contra la fiebre amarilla, cuando la prioridad no sólo debe la atención por la emergencia en pandemia. Refiere que desde 2020 ya se conocía de sólo el 75% del alcance en inmunización, dejando vacíos en zonas como Anzoátegui 65%, Delta Amacuro 75%, Monagas 78% y Bolívar 79%.

La vigilancia debe ser activa, cuando se empezó a tener conocimiento desde agosto ni se supo del llamado de alerta por el Ministerio de Salud. Además de considerar la posibilidad de riesgos con los vectores potenciales, a través de la picadura de zancudos ya infectados por los casos importados desde regiones del oriente del país. «Los programas están suspendidos, sin trabajo de campo desde el desmalezamiento y abatización para combatir los criaderos de los Aedes aegypti», recalca de lo que aplica para el dengue, zika y demás enfermedades.

Las alarmas siguen encendidas ante la acción de abarcar los focos silentes como Zulia, Apure y Barinas. Según el epidemiólogo, Iván Molina, la vigilancia debe empezar a confirmar si realmente se cubrió el esquema vacunal, la identificación y reporte de casos sospechosos, a partir del acceso desde municipios fronterizos. Una persona con escalofríos, fiebre y malestar en general con posibilidad de inflamación del hígado debe ser confirmado su diagnóstico, considerando lo peligroso del avance de esta enfermedad aguda y hemorrágica. El tratamiento es exclusivo para cada caso.

La Prensa intentó contactar a Javier Cabrera, director regional de Salud, para conocer las acciones que vienen acatando, pero no hubo respuesta. Todo apunta a acentuar ese control desde la vacunación masiva a partir de las zonas críticas, que sea expansivo a nivel nacional.

Sin esperar a que ocurra

Los casos de fiebre amarilla no se limitan a las zonas selváticas, relacionadas directamente con los monos araguatos. Para José Félix Oletta, exministro de Salud, lo preocupante es que se presenten casos urbanos con el vector del Aedes aegypti, recordados como los zancudos transmisores del dengue.

«Mi reclamo se une al de la Sociedad Venezolana de Infectología y Academia Nacional de Medicina, para que reanuden los controles y sabiendo que no se logró cumplir con la donación desde Brasil a través del Fondo Rotatorio de la OPS», señala de ese riesgo latente ante reservorios de agua o el almacenamiento por las fallas del suministro fijo de este servicio público.

Reitera que se ignora la frecuencia de los programas de abatización para acabar con los criaderos de zancudos, así como la acción de malariología.

 

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