María B. Jordán | LA PRENSA DE LARA.- La decisión de emigrar no es fácil; los pensamientos de dejar el hogar, la familia y en especial a los hijos es una pesadilla, pero a la vez una opción para buscar mejores condiciones de vida ante la grave crisis que se acentúa en Venezuela. Sin embargo, esa migración forzada trae como consecuencia que 839 mil 059 niñ;os hayan quedado en manos de otros familiares que no son sus padres, eso según datos del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap).
Según Cecodap, de esa cantidad de niñ;os que queda en el país luego que sus padres emigran, son de edades comprendidas entre tres y siete añ;os, además precisan que el 40% de ellos quedan en manos de abuelos de 50 y 60 añ;os; mientras que el otro porcentaje de los niñ;os es dejado en casas de tíos, padrinos e incluso hasta vecinos o con uno de los padres.
Yonaide Sánchez, sociólogo y coordinadora regional de la organización Transparencia Venezuela, explicó que ante la migración forzada uno de los efectos es la reestructuración o reconfiguración del sistema de la familia, «porque el migrante no se va por su propia voluntad, sino que es expulsado por la necesidad, hambre y falta de condiciones» y deja a sus hijos en contra de su voluntad, lo que hace que este episodio sea traumático.
Sánchez explicó que en el caso de los abuelos que se quedan dando la crianza de sus nietos, también presentan una condición precaria para atenderlos. «Hay un asunto incluso de energía física», dijo y añ;adió que hay casos extremos donde el niñ;o queda en manos de cualquier otro familiar, pero que deben trabajar y los vecinos son quienes apoyan con el cuidado.
A pesar de que la familia es ese sistema de apoyo, protección y de educación, con la migración se rompe y se fractura. Sánchez explicó que a pesar de que a esos niñ;os se les explique que los padres tuvieron que irse a trabajar para buscar mejores condiciones de vida, no lo entienden y sufren miedo, inseguridad y angustia.
Sobre este punto, María González, quien es psicólogo, también concuerda con la sociólogo al decir que los niñ;os que se quedan sufren cambios de conducta y hasta bajo rendimiento escolar. «Porque se enfrentan a un duelo migratorio», no logran comprender por qué sus padres se van, a veces sin previo aviso, sino que llega de un momento a otro por la misma necesidad y ellos se deben enfrentar al duelo de ese vínculo que sigue existiendo, pero de manera ausente.
Cecodap estima que en un 78% de los niñ;os que se quedan en el país porque sus padres migraron presentan la afectación en la salud mental, pues son una generación aquejada por la ausencia y el abandono. Ante eso, Dulce Meléndez, miembro de la Federación Nacional de Trabajadores de la Educación, explicó que eso también contribuye a que se acelere el ausentismo escolar, tomando en cuenta que los niñ;os no se sienten motivados para ir a clases, pero tampoco