Guiomar López | LA PRENSA DE LARA.- La dificultad de llegar a un centro asistencial y ser referido a otro para una mejor atención se convierte en la mayor preocupación y riesgo cuando se trata de pacientes provenientes de municipios foráneos, quienes se complican con el traslado desde las medicaturas y sin ambulancias. Lo que resta es persignarse para llegar de pasajeros luego de más de tres horas de trayecto hasta el Hospital Central Antonio María Pineda de Barquisimeto.
Otra de las dificultades a enfrentar de quienes requieren una atención primaria y cercana a su residencia es la falta de especialistas que puedan atenderles para evitar mayores complicaciones.
«El Gobierno debe invertir más en hospitales y asegurar la atención primaria, evitando que la mayoría termine remitido al Hospital Central de Barquisimeto», señala Ruy Medina, exdirector regional de Salud, quien además advierte que no se puede dar largas a un dolor por apendicitis aguda porque puede transformarse en un caso de mayor gravedad, como una fatal peritonitis. «Seguimos aguantando y atendemos en semiprivado, debido a la compra de lista de insumos que realizan familiares de los pacientes», dice Medina.
«El centro asistencial no cuenta con material para sutura y atención primaria para parturientas, lo que obliga llegar en autobús desde municipios foráneos por falta de ambulancia«, figura entre las denuncias de pacientes que fueron rebotados de hospitales, como el Juan Daza Pereira de Barquisimeto, la medicatura de Humocaro Alto en Morán y el Hospital de Santa Inés en Urdaneta.
La reciente denuncia realizada por la dirigente Marisol Bustamante en las redes sociales fue contundente. «¿Cómo es posible que un lesionado en un accidente no fue atendido por no tener sutura?», se quejaba ante el caso de un joven que ameritaba sutura en la cabeza y se dirigió hasta el hospital Juan Daza Pereira, donde el personal le explicaba dicha problemática. Reprocha el comienzo de un ruleteo, al tratarse de insumos tan básicos.
Pero cuando se ubican a pacientes provenientes de municipios foráneos a las afueras del Hospital Central Antonio María Pineda, se tienen los rostros de familiares cansados de tantas plegarias para que la embarazada no tuviera el trabajo de parto en un autobús o buseta.
Ana Segovia esperaba por el nacimiento de su tercer nieto y comenta que llegaron de pasajeros desde Humocaro Alto. Su hija sintió las contracciones en la madrugada de este jueves y a las 3:00 am fue llevada a la medicatura del pueblo. «No le hicieron mayor cosa y luego empezó a botar el líquido», comenta agitada de esa espera que se prolongó en el hospital Egidio Montesinos de El Tocuyo. No había ambulancia para el traslado y les tocó venirse en una buseta de la línea Tocar desde la capital morandina. Llegaron al final de la mañana a la emergencia. Cada minuto cuenta con mucha angustia y familiares asumen estos riesgos, con la esperanza de un ingreso inmediato.
Lejanos y sin tener combustible
Otro caso fue desde Urdaneta con una primeriza de 18 años proveniente de Siquisique. Su familiar Mayerbis Adam confirma que ya había tenido principio de aborto y ameritó el tiempo prudencial de reposo, por lo que ante el dolor a las 35 semanas fue llevada al hospital de Santa Inés.
«Llegó peor porque logran sacarla de la casa en moto y era tanta vibración en la vía de tierra», comenta que la refieren al Hospital Central de Barquisimeto, pero debían ubicar 80 litros de gasolina para la ambulancia. No tenían el dinero para comprarla. Señala que las pastillas que le medicaron para retener al bebé empezaban a perder efecto, por lo que deciden traerla en autobús, siendo un recorrido de casi 4 horas. «Es un milagro que este niño resistiera», agradecía a Dios.
La atención debe ser en general
«Se gastan miles de millones de bolívares en otras cosas, mientras los centros de salud, incluyendo el hospital tipo IV se cae a pedazos», denuncia Ruy Medina, quien también fungió como director de ese principal recinto de centroccidente.
Lamenta que el estimado de gasto de familiares de pacientes de insumos se estime cerca de los $100, esto retrasa el ingreso de quienes deben reunir ese dinero para poder entrar a pabellón. Un drama que también lleva impreso la desesperación de quienes no cuentan con carro particular y deben salir a la carrera en busca de los medicamentos o insumos para las emergencias. «¿Cómo hace esta gente para conseguir todo?», identificando la gran limitante.
También recordó que la Unidad de Cuidados Intensivos debería contar con 30 camas y por lo general sólo cuatro están operativas, mientras hay una lista de espera de 30 pacientes de neurocirugía.