LA PRENSA DE LARA | Agencias.- Una de las películas más recordadas de los 90, de aquellas que solemos encontrar haciendo zapping un domingo a la tarde, está protagonizada por dos niñ;os: Macaulay Culkin, ya famoso a sus 12 añ;os por Mi pobre angelito, y Anna Chlumsky, por entonces de 10. Mi primer beso es un filme tierno pero a su vez, desgarrador, con un guion muy atractivo. romántico que fue protagonizado por dos niñ;os. ¿;Nunca lo vio? Búsquelo en Netflix y prepárese para emocionarse a lo grande con estos dos chicos.
Ahora bien, de Macaulay mucho se ha escrito y se seguirá escribiendo. De Anna, poco y nada, aun cuando su primera aparición en los medios fue cuando era apenas una beba de 10 meses: sus padres la llevaban a hacer comerciales. Su mamá, que también era su mánager, estaba empecinada con que su hija fuera famosa. Así fue ue apenas supo de que se rodaría Mi primer beso, se las presentó a los productores, quienes en el casting quedaron maravillados por la manera de desenvolverse de esa pequeñ;a que nunca antes había estudiado actuación.
No hizo falta más nada para que le dieran ese rol preponderante. La manera de pararse en el escenario, esa soltura como si tuviera una larga trayectoria en el rubro, fueron condimentos para que Chlumsky tuviera un gran augurio. Eran épocas en las que parecía que nada podía salir mal. Con ese comienzo, con tantos guiñ;os, el pensamiento sobre esta niñ;a prodigio era resultaba unánime: el futuro no podía ser más prometedor. Pero claro, también pasó lo que parece ser inevitable cuando las tintas se cargan de tal manera y los menores no aguantan la presión.
En la película, Chlumsky le dio vida a Vada Sultenfus, una nena de 11 añ;os hipocondríaca y obsesionada con la muerte. Vivía con su padre viudo, que trabajaba en una funeraria. Su único amigo era Thomas (Culkin). Justamente, la escena que se replica y que quedó en la memoria colectiva de todos fue con él, justamente, cuando ambos dan su primer beso.
Apenas se estrenó el filme, la crítica especializada se deshizo en elogios, enfocándose también en su desarrollo, en su gran trabajo como intérprete. Sin embargo, apenas dos añ;os después llegará el traspié cuando audicionó para Jurassic World. Su creador, Steven Spielberg, no la vio con condiciones y la dejó afuera del reparto, generando un gran sacudón en una Anna que creía que solo recibiría buenas noticias. Ya una adolescente, se sintió tan mal que casi abandona la carrera.
En 1994 regresó al lugar al que fue feliz: la convocaron para filmar Mi primer beso 2. Y otra vez en boca de todos. Al añ;o siguiente cambió de rol con un papel totalmente distinto, mostrando su costado más serio en Gold Diggers: the Secret of the Bear Mountain. Por su trabajo ganó el premio Young Artist Award como actriz protagónica infantil.
Verse en revistas, que los paparazzis la persiguieran, hizo que se alejara de todo: la fama la atormentaba. Pero su malestar se generaba en una contradicción: así como rehuía de esa popularidad, Anna notaba que su presencia en la pantalla ya no cautivaba a directores y productores, en esas miradas siempre tan subjetivas.